Una cruz muy particular

Tal práctica, entonces habitual, es hoy impensable. Una esquela en primera en un periódico actual sólo cabe imaginarla tratándose de una magna autoridad nacional o universal, política o religiosa. Y ni por esas. Irá en noticias, ampliamente tratada. Mas con la esquela, a lo sumo, en interiores.

Hace ciento veinte años, El Diario Montañés nació con las esquelas puestas. El precio se anunciaba en cabecera: Esquelas de defunción: en 1ª, a una columna, 12 pesetas; a dos, 16; a tres, 50. - En 2ª, a una columna, 8; a dos, 12.

A dos columnas, abriendo el número inaugural, figura la esquela de una difunta reciente antepuesta a otra que recuerda un fallecimiento del 2 de agosto de 1885. Ambas esquelas mortuorias son históricas en el más amplio sentido del concepto. A todo efecto, son las dos primeras esquelas mortuorias que publica El Diario Montañés. E histórica, también, es la cruz cristiana que las preside. Un modelo tipográfico que este medio periodístico tomó, con los tipos, composición y diseño, de aquel del que se escindió: La Atalaya. Donde el curioso la encontrará muy reproducida.

En términos tipográficos es una cruz muy particular, original en sumo grado, de diseño exclusivo. Con un barroco recuadro resalta la divinidad del crucificado. Quede para los simbolistas desvelar su significado subyacente. Por qué se incorporó al DM, está claro: por adopción. Por qué se eliminó, también: por simplificación. Lo lamentable del caso es que con su relegamiento, el patrimonio tipográfico local sufrió una sustantiva pérdida.