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Parece que fue ayer y ya han pasado 4 años desde aquel 1 de junio de 2018 que ya forma parte de la historia democrática de España. La primera moción de censura que salía adelante con mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados ... y que nacía del compromiso con la regeneración y la ejemplaridad para sacar del Gobierno del país a un Partido Popular condenado por corrupción.
Aquel día se hizo historia y empezaba una etapa de recuperación democrática y de reconocimiento del valor del pluralismo político que es imprescindible para garantizar el buen funcionamiento de la democracia. Desde entonces, nuestro país ha avanzado no solo en regeneración, sino también en transparencia y en una gestión de lo público, de lo de todos, responsable, eficaz, rigurosa y eficiente. Tras la moción de censura, dos elecciones generales consecutivas en 2019 dieron la victoria al PSOE para iniciar un período de cambios y transformaciones sin precedentes en todos los ámbitos.
Cuatro años de reformas que han demostrado la importancia de lo colectivo y el compromiso del presidente Pedro Sánchez para afrontar con determinación el presente y los retos del futuro.
Una etapa que hoy muchos quieren silenciar con un ruido ensordecedor que solo busca fomentar la división, convocar al enfrentamiento y generar odio y crispación entre la ciudadanía pero que el tiempo, que es la más clara de las voces al juzgar los hechos, demostrará todo lo que se ha avanzado en derechos, conquistas sociales, oportunidades, igualdad, bienestar y progreso para los españoles y españolas en un momento político y social volátil, cambiante y muy complejo en todo el mundo y en España, tras una pandemia, primero, la gestión de un volcán, y ahora inmersos en una guerra en Ucrania, a las puertas de Europa. Un contexto que ha demostrado la necesidad de apostar e invertir en servicios públicos de calidad que benefician y protegen por igual a todas las personas, con inversiones históricas en Sanidad, en Educación, en becas, en Formación Profesional o en políticas públicas de Dependencia o de Vivienda.
Al ruido, además del tiempo, no hay mejor manera de contrarrestarlo que con datos, que hoy más que nunca demuestran que se está gobernando no solo con justicia social y equidad sino también con la mirada puesta en un futuro mejor para las próximas generaciones, transformando nuestra economía y nuestro tejido productivo para hacer un país más competitivo, más inclusivo, más integrador, más sostenible y que pueda afrontar los retos de futuro con mayor fortaleza.
Si algo también han demostrado estos cuatro años es que se podía gobernar generando una vida más digna para todas las personas. Solo un dato demuestra que el ruido ensordecedor de quienes todo lo critican y nada proponen no es más que eso, ruido. Ese dato no es otro que la subida del Salario Mínimo Interprofesional, que en 2018 estaba en 735 euros y en 2022 ya alcanza los 1.000 euros. Nos dijeron que subir el salario a la gente que menos gana iba a provocar mayor desempleo y se ha demostrado que ha ocurrido todo lo contrario.
De ello dan fe también los más de 20 millones de personas trabajando afiliadas a la Seguridad Social por primera vez en nuestra historia. Da fe la contratación indefinida que hoy es una realidad y que hace que uno de cada dos contratos nuevos que se firman en nuestro país sean estables e indefinidos cuando hace cuatro años solo lo eran uno de cada diez. Y dan fe los pensionistas que hoy cobran 100 euros más que hace 4 años tras la reforma de las pensiones que permite subirlas y revalorizarlas conforme al coste de vida real y el IPC por primera vez en 10 años, tras la dictadura del 0,25% que impuso una derecha que solo supo gestionar la crisis financiera con subidas masivas de impuestos, privatizaciones y recortes de los servicios públicos.
Esa dignidad y decencia al gobernar lo demuestran también decenas de leyes aprobadas con las que en estos cuatro años se han ampliado los derechos de todos con medidas como la creación del Ingreso Mínimo Vital, que ya llega a más de un millón de personas y familias vulnerables que no tenían ningún recurso para vivir, o la aprobación de la ley que garantiza la Eutanasia y la capacidad de todas las personas a decidir morir con la misma dignidad que han vivido.
También las leyes para avanzar en igualdad como la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad, la lucha sin cuartel contra la violencia de género o ahora las becas para acceder a la carrera judicial. Todo ello nos recuerda que aquel 1 de junio salió adelante la moción de censura de la decencia y la dignidad con la que avanzamos, sin duda, para hacer un país mejor.
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