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Según las estadísticas de la longevidad vivo en régimen de prórroga. En estas circunstancias, «antes de morir yo quiero echar mis versos del alma», como canta la canción de Guantanamera. Quiero hablar hoy de cuatro compañeros de oficio, cuya calidad humana y profesional me admira ... y conforta. Vidas paralelas consagradas a la conquista y asentamiento de las libertades en la primera línea de la infantería de las letras, que es el periodismo. Trabajadores, creativos, emprendedores, generosos y coincidentes, además, en tres cosas: talento, entusiasmo y amor a Cantabria.
Cada uno por si solo es un personaje que nos honra, juntos constituyen un fenómeno periodístico digno de estudio en la escuela de Periodismo de nuestra capital. Proceden del periodismo montañés de los años sesenta, tiempo de excelentes periodistas que aquí no puedo citar individualmente pero los veo a todos y rindo homenaje en las personas que entonces dirigían los periódicos locales: Manuel González Hoyos, El Diario Montañés; Francisco de Cáceres, Alerta; Julio Jenaro Abín y Florencio de la Lama, la Hoja del Lunes. Atrás quedaba el magisterio santanderino del gran Víctor de la Serna, muerto en gloria periodística sin precedentes en el Madrid de 1957.
Castañeda hizo toda su carrera en Santander, dirigiendo largos años El Diario Montañés y fue decano de los directores españoles. La dirección de un periódico, decía Ortega, es la más ardua tarea de la república de las letras. Sus otros colegas han intercalado andanzas colaterales en sus biografías periodísticas. Veamos. Juan G. Bedoya: tras colaborar en el Alerta de Cáceres, emprende como director de la Hoja del Lunes la misión de ganar para la libertad de prensa espacios prohibidos hasta entonces por la censura. ¡Trabajos fueron de Hércules en un campo sembrado de minas! Colabora en la Transición como senador en las filas del PSOE. Vuelve al periodismo con plaza en El País, donde actualmente se ocupa de asuntos que por su importancia y la finura que pide su tratamiento se llaman graves en los oficios del espíritu. Inolvidable fue la cobertura que hizo para Alerta del juicio del 'procés' catalán digna de un Cavia. Hoy atiende tales finuras de pluma en Madrid con tareas ganaderas en su Liébana de Tollo, donde entre el ordeño y la siega coloca y consulta con amor sus libros en espacios hechos para ellos, que son más de veinte mil. Esta combinación de intelectual y campesino recuerda a don Ángel de los Ríos, el hidalgo de Proaño, pintado por Pereda en 'Peñas Arriba', aunque el de Tollo es más equilibrado y de mejor pluma.
El de Beranga, Jesús Pindado: ¡De qué no será capaz este hidalgo rural que dio un salto atlántico de pértiga y creó en Washington, me valga el cielo, una embajada del empresariado español con pingues resultados! Le vimos organizar encuentros presenciales de empresarios de una y otra orilla y traer al expresidente Carter a participar en los actos del centenario de la Caja de Ahorros de Santander.
De vuelta de esta hazaña homérica, dirigió la Enciclopedia de Cantabria, y aquí le tenemos escribiendo en los periódicos cuando se tercia y enseñando, cuando le invitan, a futuros periodistas lo que solo un profesional de sus abrumadoras y bien asimiladas lecturas puede enseñar. También ejerce en las redes sociales su vocación profesional con tesón e infinita generosidad.
El de Cartes, sin par en mérito por su dedicación a la grandeza espiritual de Torrelavega, José Ramón Saiz, a quien Menéndez Pelayo habría reconocido como ejemplar de su estirpe en el amor y capacidad para el trabajo intelectual, brilló casi adolescente en el diario Pueblo, ariete nacional creado por Emilio Romero; allí ganó oficio y la estimación profesional de grandes del tiempo como el presidente Suárez y Alfonso Osorio. Y no dudó en volver a Cantabria cuando se le llamó a participar en la construcción de la autonomía. Volvió, hizo política, trajo a los Reyes a Cantabria, decoró alcaldías haciendo a infantas alcaldesas honorarias, escribió libros, mereció que la Real Academia de la Historia le nombrara académico, y no ha cejado de hacer cosas: televisión, pedagogía, desarrollo del tejido cultural y prensa online.
Manuel Ángel Castañeda, tras su jubilación en la dirección de El Diario Montañés, prosigue su labor en pro de una Cantabria mejor, con trabajos en prensa, en televisión, en la universidad y empuñando con firme y experta mano, como un capitán de la cultura, el timón del Ateneo.
Queridos amigos de Cantabria, ¿hay quien dé más?
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