Cuatro peligros

En mi opinión esto se debe a cuatro razones. La primera es el precio del dinero y la restricción crediticia. La vuelta al mundo postcovid ha llevado también a que el Banco Central Europeo restrinja la circulación y suba el precio del dinero y esta circunstancia para los empresarios que están en procesos de inversión o que quieren comenzar una nueva actividad supone un lastre que puede arruinar su proyecto. Esto lastra las inversiones y ralentiza la recuperación económica.

La segunda razón es la crisis de materias primas y elementos tecnológicos. La política china de covid cero y el acelerón de la economía global tras el parón de la pandemia están ocasionando cuellos de botella muy importantes que significan desabastecimiento por un lado e incremento de costes por otro. En Cantabria conocemos muy bien esta situación, ya que afecta de lleno a uno de nuestros sectores estratégicos más importantes, como es la automoción.

El tercer problema tiene relación con las materias primas energéticas que son cruciales en la industria electrointensiva, muy importante en el conjunto de la economía de Cantabria. Este encarecimiento -básicamente por efecto de la invasión rusa de Ucrania- está también en el origen de la escalada de precios de los productos y en la enorme subida de la inflación. Las consecuencias obligan a muchas empresas a elegir entre una alternativa perversa: subir los precios o dejar de producir.

Hay un cuarto elemento de preocupación en este contexto económico tan complejo, convulso y volátil y es la conflictividad social. Nos preocupa enormemente que se puedan producir en Cantabria situaciones como las que vivimos en junio con huelgas artificialmente largas, injustificadas y con un trasfondo que va más allá de lo reivindicativo.