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En el laboratorio electoral del PRC hacen una cuenta muy básica: el éxito del partido en el 10-N consiste en conservar algo más de la mitad de la cifra récord de 125.000 votos, con la que ganó las elecciones autonómicas del 26 de ... mayo. El objetivo es más ambicioso de lo que parece porque al regionalismo le cuesta hacer frente al empuje de los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP, en las generales. A partir de las 70.000 papeletas y con una participación previsiblemente más baja que en abril, cree el PRC que, en el mejor de los casos, podría entrar en la pelea por el segundo puesto del escalafón y hacerse con dos diputados y un senador como aventura Miguel Ángel Revilla. O en una hipótesis más realista, reeditar el histórico escaño logrado por José María Mazón el 28-A, pero con mayor respaldo del electorado.
Ya en el umbral de la ofensiva electoral en el PRC se quejan de que tendrán muchos menos recursos que los partidos nacionales para afrontar la campaña, un máximo de 100.000 euros que alcanza a duras penas para sufragar un 'mailing' bastante económico, aunque saben también que cuentan con algo que nadie tiene: la presencia frecuente de Revilla en espacios televisivos de máxima audiencia y en formatos amables y sin riesgo, que para eso el presidente cántabro les sube el 'share' a las cadenas.
Revilla en la tele y en las plazas importantes, y un 'Mazón llama a su puerta' en un maratón que pretende llevar a los 102 municipios de Cantabria al número uno del PRC al Congreso y a los demás candidatos. Las nuevas listas tienen una impronta municipal muy acusada y no es casualidad. Son los 43 alcaldes y los cientos concejales quienes deberán promover una movilización del partido tan poderosa como lo fue el 28-A para mantener la representación en las Cortes. Esa es la clave.
La perspectiva electoral del PRC es selectiva. No cree que esta vez pueda crecer a costa del PP, que a su juicio mejorará sus resultados, ni podrá pescar gran cosa entre los decepcionados de Vox, ni tampoco por la banda izquierda de Unidas Podemos. Así que tiene fijados dos caladeros principales: PSOE y Ciudadanos. Sostienen los regionalistas que en el 28-A se le escaparon hacia las candidaturas socialistas algunos miles de electores que dieron por inútil votar al PRC porque, una vez más, fracasaría en el intento. Como Mazón se plantó en el Congreso, aquel déficit de confianza no se repetirá esta vez. Pero sí le puede suceder algo parecido a Ciudadanos, cuyo escaño en Cantabria se tambalea a tenor de los sondeos.
En efecto, los partidos de Rivera y de Revilla compiten en un mismo segmento electoral. Desde la convocatoria de nuevos comicios, el partido naranja que dirige en Cantabria Félix Álvarez ha endurecido su oposición a Revilla con el que habría estado dispuesto a pactar un Gobierno regional de haber salido las cuentas en los comicios de mayo.
Cuánto ha cambiado en poco tiempo la estrategia del PRC con respecto a las elecciones generales. Eran un fastidio improductivo cuando el partido estaba en el poder y un recurso para los malos tiempos, como el intento fallido de 2011, poco después de haber sido desalojado del Gobierno regional. En las legislativas de 2015 y en 2016, con Revilla de nuevo en el trono de Puertochico, ni siquiera se plantearon concurrir: no se les perdía nada en la pugna nacional, y además, la teoría era que sólo el propio Revilla podía ser un candidato con posibilidades. Hasta que hace sólo cinco meses el PRC tuvo que afrontar las elecciones generales, no por gusto sino por necesidad, para no quedarse fuera del juego político cuatro semanas antes de su gran desafío, la primera victoria en las autonómicas. Y formalmente, sin Revilla en el cartel, aunque haya sido el gran motor del éxito consagrado por el escaño de Mazón.
Así pues, la presencia aleatoria en las elecciones generales de otros tiempos se ha convertido ya en un compromiso ineludible para el PRC, con la oportunidad de crecer y el riesgo de fracasar, como las demás fuerzas. Piensa el partido que saldrá reforzado del 10-N, que el electorado bendecirá la idea de que su voto en el Congreso exige a cambio que el Estado atienda las reivindicaciones de Cantabria. Que el acuerdo con Sánchez ya ha tenido reflejo en el BOE y que habrá más avances antes de las elecciones. No piensan lo mismo sus adversarios. El PP niega la mayor cuando afirma que el voto de Mazón no ha servido para nada a los intereses regionales. Y los socialistas deploran el discurso regionalista demasiado parecido a la extorsión insolidaria con el conjunto de España que practican los partidos independentistas vascos y catalanes. Populares y socialistas no acertaron al augurar que el PRC fracasaría en las generales de abril, pero siguen acariciando la idea de que a Revilla y a los suyos, tan sobrados últimamente por sus triunfos, esta vez las urnas les rebajen los humos.
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