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Terminó la Navidad y después de casi un par de semanas de sol y pasar la mitad de las fiestas en jersey (los cántabros más aguerridos en manga corta) ha vuelto la lluvia.
No ha vuelto sola, ha venido acompañada de la temida cuesta de ... enero cuya sensación es igual en Santander que en Madrid.
Eso sí, si hablamos solo de esta, porque luego hay otras cuestas por aquí que están perpetuas los doce meses del año. Me refiero, lógicamente, a los desniveles de la ciudad.
Cuando venía de vacaciones y paseaba por Castelar, Pereda o el Casino... no reparaba en lo que había si uno se metía unas calles más adentro.
Solo puedo decir que si a usted le gusta andar y no es santanderino, le recomiendo que vaya bien equipado si quiere conocerlas. Como mínimo arneses, cuerdas de escalada y algo de víveres por si la cosa se complica. Y si es pudiente, llévese acompañando a un par de sherpas himalayos. O mejor, un pastor de San Roque de Riomiera. Digo si no es de aquí, porque los que lo son seguro que tienen unas piernas mejores que las de Indurain, ya que suben y bajan las calles como si nada. ¡Y lloviendo! Es curioso además cómo son de cachondos y de defensores de lo suyo, hasta el punto que una vecina me decía que es cierto que hay mucha cuesta, pero que «se cansaba mucho más paseando por Madrid porque el suelo de la capital estaba más duro».
Con el paso de los meses he descubierto que alguno, que no debe ser realmente 'STV', hace pequeñas trampas. Y es que escondidas entre calles hay escaleras y rampas mecánicas para transitar sin necesidad de ir acompañado de un equipo de 'Al filo de lo Imposible'. Desde estas líneas quiero aprovechar para felicitar a los que hayan tenido la idea. Y también para tirar de las orejas un poco a los que la están implantando sin pensar en ella mucho más allá de «¡Ey mira una cuesta! ¡Venga pongamos una escalera!». Se preguntarán que dónde está la pega. Y yo les respondo precisamente en eso que apunto de 'UNA' escalera. Me explico con un ejemplo: el otro día quise ir desde la Avenida del Faro a Valdenoja, donde hay una magnífica escalera mecánica de subida que salva un desnivel equivalente, y no exagero, a un edificio de ocho plantas. ¿A alguien se le ha ocurrido que igual que no apetece subirse 8 plantas de escaleras tampoco apetece bajarlas? Desde luego, espacio hay de sobra para poner otras escaleras mecánicas de bajada al lado. Y la gente mayor, las familias jóvenes con niños que son muchas en ese barrio y cualquier vecino en general, seguro que lo agradecería. ¿Pero tanto cuesta darse cuenta? O en este caso ¿'darse cuesta'? Ya, ya sé que todo cuesta...
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