La cuesta de enero
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ANÁLISIS ·
En materia energética sería necesario que la UE efectuara compras conjuntas y firmara contratos a largo plazoPese a que hay indicios de que la inflación parece haber tocado techo, hay dos elementos que, me parece, nos amargarán el nuevo año. Por un lado, el hecho de que seguirá siendo elevada debido a que los denominados efectos de segunda ronda han tomado ... el relevo a los factores de oferta y demanda (los segundos menos que los primeros) causantes de que la misma llegara a situarse por encima del 10%. De entre estos efectos, no cabe ninguna duda de que las fuertes subidas experimentadas por muchos productos de primera necesidad se encuentran entre los más destacados. ¿Hay alguna explicación para ello? Me gustaría creer que sí, pero, con sinceridad, me resulta difícil. ¿Cómo se explica, por ejemplo, que el precio de la tradicional baguete, probablemente el producto más básico de todos los alimentos, se haya elevado en alguna cadena de supermercados, y en menos de un año, casi un 40%? No lo sé, pero ello no es debido, desde luego, al aumento de los costes energéticos, del transporte o las materias primas (que han subido menos) ni, me atrevería a decir, a la presencia de intermediarios (que, creo, aquí es prácticamente inexistente).
El segundo elemento de amargura proviene de las elevaciones del tipo de interés, elevaciones que, ya lo ha avanzado la presidenta del BCE, se seguirán produciendo a lo largo del año hasta situar el tipo básico en torno al 3,5%. Aparte de que, como decía en otra ocasión, esto es como matar moscas a cañonazos, estos aumentos perjudican a toda la sociedad (empresas y particulares) pero, sobre todo, a los más vulnerables, que verán que el coste de sus préstamos (y muy especialmente los hipotecarios) se incrementa de forma descomunal.
Aunque da la impresión de que estamos inermes ante una situación como la descrita, lo cierto es que siempre hay cosas que se pueden hacer, medidas que se pueden adoptar, algunas de las cuales ya se han implementado o se encuentran en proceso de hacerlo. Puesto que la intervención directa de los mercados es siempre una medida controvertida, ya que puede llegar a ser contraproducente, lo que queda, me parece a mí, es tomar medidas indirectas; algunas, como seguir fortaleciendo la figura de los ERTE (que ha contribuido sobremanera al mantenimiento del empleo) o los topes a los precios energéticos (como el recientemente acordado por la UE en relación con el gas) seguirán siendo necesarias durante bastante tiempo; otras, como la implantación de ayudas específicas a los colectivos más vulnerables, son muy útiles si no queremos que estos se vean cada vez más desfavorecidos y, en consecuencia, aumente más la polarización política, económica y social.
La mayor dureza de la cuesta de enero de este año se debe, claro está, a la inflación y a que los salarios monetarios han subido mucho menos que los precios. La moderación salarial que piden tanto el BCE como las organizaciones empresariales es algo que, tanto en España como en la mayoría de los países europeos, ya se ha producido, por lo que, me parece, no tiene sentido insistir más en ello; no ocurre lo mismo, sin embargo, por parte de quien solicita esta moderación: ¿es consciente el BCE de que, con su política, puede abocarnos a una recesión o, cuando menos, a una reducción significativa de la tasa de crecimiento? ¿es consciente, además, de que tal política no está teniendo demasiado éxito en la lucha contra la inflación? Y, en cuanto a las organizaciones empresariales, ¿aplican en sus empresas la moderación que predican, sobre todo las empresas energéticas y financieras?
Retornando a lo dicho al principio, la caída en el ritmo de aumento de los precios se debe, sobre todo, a las medidas tomadas, tanto a nivel nacional como europeo, para limitar los costes energéticos. Esto está muy bien, pero hay aquí, sin embargo, más actuaciones que se deberían emprender y una de ellas, a priori no demasiado costosa, sería que, en lugar de ir por separado, la UE efectuara compras conjuntas y firmara contratos de suministro a largo plazo. Con ello se reducirían la volatilidad en los precios y su nivel medio. La cuesta sería menos empinada.
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