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Una de las tradiciones en España son las rebajas de invierno, conocidas por los excesos navideños que repercutían en los bolsillos de los españoles ... y debían poner todo su empeño en subir la cuesta de enero. Hoy en día, la famosa cuesta, resulta ser del año entero, debido a la subida de impuestos y la situación económica derivada de la pandemia del año 2020.
Las rebajas florecieron en la capital de España, con el objetivo de sacar los excedentes de productos no vendidos en la campaña anterior. Era necesario vender el stock y ofrecer las novedades para la próxima primavera. Fueron célebres las rivalidades entre Galerías Preciados y El Corte Inglés. Las amas de casa salían a la carrera para conseguir, tras su apertura, el producto más codiciado. Esto ha llegado a ser retransmitido por los informativos, hasta hace poco tiempo, como un gran acontecimiento de orden social.
Me acuerdo de cuando acompañaba a mi abuela a comprar a los Almacenes Sinforiano Ródenas, sito en la plazuela del Príncipe, en el mismo edificio que ocupó la desaparecida cafetería Lago, pero en otro local. También de aprovechar las visitas a la juguetería el Sepi, que se encontraba en un solar al que se accedía bajando unas escaleras, donde se instaló posteriormente la fuente luminosa. Y como no acordarse de los ultramarinos El Golpe, al final de la calle Concordia, enfrente del pabellón de la Gota de Leche, regentado por el matrimonio García-Moncó. Ambos, conocidos de mis abuelos, despachaban al público siempre muy atentos. Recuerdo los caramelos que me ofrecían al llegar y que yo sinceramente les agradecía con un sonoro, muchas gracias. Por desgracia, las tiendas de ultramarinos prácticamente han desaparecido como muchas otras cosas. Tampoco las rebajas son ya las mismas, pues hoy, gran parte de tales enseres e indumentarias se compran vía internet y demás servicios tecnológicos al alcance de todos, pero especialmente de los más jóvenes y algunos de mediana edad. Tampoco ya se encuentran aquellas oportunidades, gangas y ofertas que merecían la pena. Sinceramente eran otros tiempos.
Además, con la grave situación provocada por el covid-19, un cierto desasosiego general por las vacunas y la persistente incertidumbre laboral, la respuesta de las personas pasa por aguantar el tirón, que seguro que llegarán tiempos mejores. Mientras tanto, como de costumbre, habrá que apretarse el cinturón hasta donde se pueda.
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Ana del Castillo
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