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Es interesante cuantificar la actividad cultural, pero me interesa más el debate y la reflexión de cómo la cultura ayuda a crear conciencia cívica y contribuye a afrontar los retos de futuro de las ciudades. Si aceptamos que la cultura es hoy un instrumento de ... desarrollo y cohesión social, las políticas culturales debieran formar parte de las agendas y estrategias de los gobiernos locales. La cultura es bastante más que una actividad subsidiaria.
En los procesos de transformación de la sociedad industrial, se han incorporado al desarrollo y la economía los avances de la sociedad de la información con el uso generalizado de las nuevas tecnologías, como igualmente se han incorporado los avances vinculados a la formación, la innovación y la capacitación que generan conocimiento. En esos procesos de transformación cobran importancia los entornos culturales activos y la valoración del capital humano.
La cultura debe formar parte de los procesos de desarrollo de las ciudades, no solo porque crean nuevos empleos, nuevos focos empresariales y nuevas actividades económicas, sino porque modifican críticamente algunos comportamientos, generan cohesión social, mejoran la calidad de vida e incentivan la participación y las conductas inclusivas.
Cuando ahora hablo de cultura no me refiero a una expresión o creación estética de contenidos diversos, sino a la cultura como un bien público, como un elemento que incide positivamente en el desarrollo económico, en la educación y en el desarrollo humano. En ese sentido sigue teniendo vigencia la necesidad de crear y extender infraestructuras culturales: museos, bibliotecas, teatros, librerías, centros y talleres de creación, nuevas áreas recreativas, editoriales independientes, espacios de debate... y facilitar el acceso a esas infraestructuras.
Seguramente hay que dar un paso más y reconocer el hecho cultural como un instrumento de cambio social y desarrollo productivo, apoyando e incentivando la diversidad de movimientos culturales, las nuevas formas de expresión y producción artística que hacen posible fijar población y facilitar la aparición de nuevas industrias culturales como un factor innovador. Aceptemos que las políticas culturales han tenido objetivos sociales, pero hoy existe una creciente demanda de actividades y productos culturales más innovadores.
La importancia del binomio arte y cultura en los desarrollos urbanos, donde se incluyen los nuevos espacios y la nueva creatividad vinculada al diseño y la arquitectura, nos ofrece muy diferentes ejemplos en ciudades como Berlín, Bilbao, Dublín, Barcelona, Málaga, Oslo..., que deben ser conocidos y analizados, sin obviar por ello el sentido crítico si fuera necesario.
Insisto en que la cultura puede jugar un papel clave en el desarrollo económico, mejorar el entorno y crear nuevos empleos, aunque ello requiera definir proyectos y encontrar financiación para los mismos. En lo de la financiación tiene que ser relevante el protagonismo de la autonomía municipal y regional y la colaboración del sector público con la iniciativa privada.
También es acción cultural actuar en espacios industriales o urbanos degradados, ociosos o en desuso. En nuestra ciudad, en Santander, podíamos pensar en la necesidad de intervenir ya, por citar tan solo unos ejemplos, en todo el Cabildo de Arriba, espacio degradado en el centro de la ciudad; en los antiguos terrenos portuarios en desuso o abandonados; en el seminario de Corbán y su finca cuya utilidad hoy se le supone, o en toda la plataforma ferroviaria, con la unificación de las estaciones y cosiendo dos partes de la ciudad desconectadas por las vías del tren. Terrenos todos ellos con capacidad de actuar desde la cooperación interinstitucional, con posibilidades de la colaboración público-privada en la gestión y donde se pueden obtener plusvalías para su reinversión en la regeneración de estos significativos espacios urbanos.
La cultura nos relaciona como ciudadanos, nos define y nos ayuda a comprender mejor las realidades diferentes, nos permite diferenciarnos y compartir valores y experiencias. La cultura nos empodera para mejorar la vida colectiva. No olvidemos que las ciudades son entidades dinámicas que crean ideas y nuevas formas de organización social, y las crisis y limitaciones en las que viven inmersas muchas de nuestras pequeñas y medianas ciudades, requieren nuevos y más innovadores modelos de desarrollo urbanístico. Las buenas prácticas de conservación y rehabilitación del patrimonio, facilitar el acceso a la cultura y a la participación en la vida cultural y cuidar la oferta del turismo cultural urbano, son factores de desarrollo sostenible y alimentan la resiliencia para afrontar nuevos desafíos.
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