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Esta semana leo con sorpresa y estupor, en la sección Opinión de este diario, una airada crítica hacia la ley trans. Y me explico; he leído muchas críticas interesantes y enriquecedoras de esta controvertida ley, y esta vez podría esperar una crítica por parte de ... una persona experta en leyes o, si no, un experto en Sexología o una disciplina cercana. Pero no; la crítica la desarrollaba un obispo. Sí, han leído bien, un obispo. Y para más inri, a lo largo del texto mentaba a la ciencia en repetidas ocasiones para dar enjundia a su postura. Surrealista.
La población en general suele desconocer en qué consisten los estudios de Sexología. Muy pocos conocen que la Sexología es una disciplina independiente, que tiene episteme propia (no es una rama de la Psicología ni de la Medicina) y que es una ciencia que estudia los sexos. Es un área del conocimiento compleja, amplia y global. ¿Y quién mejor para hablar sobre la transexualidad que un experto en el hecho sexual humano? Pues parece ser que un obispo.
No sé a ustedes, pero a mí me cuesta mucho opinar y sentenciar públicamente sobre un tema si no soy experto. Ni se me pasaría por la cabeza escribir en este medio diciendo lo que es pecado y lo que no, o la importancia de bautizarse y hacer la comunión; no soy experto en espiritualidad cristiana. Pero sí he leído cómo un obispo habla sobre la ley trans, llenando el escrito de imprecisiones, medias verdades y flagrantes falsedades.
Entrando al fondo de la cuestión, voy a empezar aclarando que la transición de un sexo a otro no se realiza por «deseo» de la persona, si no por lo que siente. La identidad sexual suele empezar a expresarse entre los 3 y los 5 años y, en la gran mayoría de los casos, suele permanecer estable para toda la vida. Este hecho se ha estudiado, analizado y profundizado por la Ciencia de la Sexología desde hace décadas, y hay mucha literatura científica al respecto. Si alguien quiere profundizar sobre este tema, os recomiendo el reciente artículo 'Sexo, identidad sexual y menores transexuales', del prestigioso psicólogo y sexólogo Joserra Landa. Además, al final de dicho artículo pueden encontrar numerosa bibliografía de calidad científica. El artículo de nuestro obispo asegura taxativamente que «la nueva ley ignora toda evidencia científica». ¿Este señor es conocedor de toda la evidencia científica existente en el campo de la Sexología? ¿Realmente dicha ley ignora toda esa evidencia? Nuestro protagonista se limita a citar un estudio de hace trece años, que ha sido muy criticado por toda la comunidad sexológica por su baja calidad científica, y que si quieres leerlo completo por internet tienes que pagar. Pero ignora las decenas de estudios de calidad sobre identidad sexual y transexualidad que se han realizado en los últimos años, y que apuntan justamente en la dirección opuesta.
Lo más gracioso de todo el artículo es cuando dice que el tratamiento debe responder «a la ciencia» y no «a los deseos de los transexuales». ¿A qué ciencia debe responder, señor obispo? ¿A la Ciencia de la Sexología? Porque no hay ni un ápice de Sexología en todo su artículo. Mezclar términos como pseudotransexualismo, sexualidad, orientación sexual, preferencias sexuales, ideología de género..., como si tiráramos un dado al escribir y sin ningún rigor sexológico ni semántico, demuestra el verdadero desconocimiento científico del tema del que está escribiendo. Aunque siendo honestos, toda esta amalgama de despropósitos no es nueva; yo ya lo había escuchado en una terraza mientras me tomaba un café, con conclusiones absurdas como «es como si yo me levanto un día y me siento un delfín», o que «esto va a provocar el borrado de las mujeres». En fin...
Para quien no lo sepa, la ley trans está siendo elaborada con la participación y colaboración no solo de profesionales de la sexología, la medicina, la psicología..., sino también de la judicatura. Es un tema muy complejo y difícil, y por eso mismo el debate legislativo está siendo largo y complicado.
Vivimos en un país donde faltan expertos en Sexología, que estudien e investiguen sobre este amplio e importantísimo campo del conocimiento (el hecho sexual humano), y sobran cuñados que, en lugar de dedicarse a criticar desde la barra del bar la alineación que sacó Luis Enrique en el último partido de la selección, se dedican a criticar desde el púlpito un proyecto de ley que va a proporcionar derechos y bienestar a un colectivo tremendamente discriminado.
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