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Las ropas ocultan el cuerpo, impiden ver los estragos que el tiempo produce en las personas o simplemente embellecen una realidad oculta tras la tela. En los complejos procesos de la relación humana existen ropajes que impiden ver, con claridad y precisión, lo que sucede ... con evoluciones que se nos antojan normales, porque se han dotado de vestidos que camuflan la realidad,
El Ministerio de Transición Ecológica, que anteriormente fue denominado de diferentes maneras, anuncia que ha encontrado el terreno en el que construir otra depuradora de aguas residuales para sustituir a la existente -en pleno funcionamiento- en la ría de Suances y que es conocida como la estación de tratamiento de aguas residuales de Vuelta Ostrera. Estamos ante un disparate de millones de euros, oculto tras un traje en forma de red, tejida por múltiples organismos que nacen, con buenas intenciones, para regular y proteger a los ciudadanos de posibles abusos.
Esa red termina por transformarse en un ser vivo que desarrolla el instinto más básico: el de supervivencia. De esa manera la burocracia se acerca a Kafka y termina por transmutar su fin en lo contrario de lo que inicialmente se pretendía. Y así esos órganos de control asfixian los proyectos y culminan en comportamientos absurdos.
Hace catorce años comenzó a funcionar una EDAR en la ría de Suances para depurar los vertidos de Torrelavega y su cuenca. La estación está ubicada en un lugar casi invisible y ha demostrado que es eficaz. La costa de Suances y en especial sus playas han experimentado un cambio sustancial y el medio ambiente una mejoría sobresaliente. La depuradora de Vuelta Ostrera costó 24 millones de euros que hemos pagado todos los españoles -y los cántabros un poco más- a través de los impuestos. Pues bien, esa EDAR, que no causa impacto visual, que limpia las aguas del Besaya y mejora las playas ha resultado ser ilegal. La tupida red de normas, excepciones, regulaciones y organismos creados para defender al ciudadano ha determinado, con la Justicia como brazo ejecutor, que la instalación está, en parte, fuera de una ordenación realizada sobre planos y complejos informes de organismos.
Ahora, tras casi tres lustros, el ministerio determina que finalmente se ejecute la sentencia, se demuela la EDAR y se construya una nueva que costará casi noventa millones de euros. La nueva estación está a 300 metros de la ilegal y causa mucho mayor impacto visual.
Para que entendamos mejor este proceso sería preciso colocar a los ministros, consejeros, ingenieros, expertos y defensores del medio ambiente en un escenario en el que fueran destruyendo miles de billetes para que se pueda entender la forma tan absurda de tirar el dinero que hemos inventado. Por cierto, un dinero que se nos ha sacado del bolsillo a todos los españoles.
Se dice que la ley se debe cumplir y que existe una sentencia de derribo. Y es cierto y debe acatarse..., pero ante un absurdo de tal tamaño es imprescindible abrir un debate sobre como solucionar este problema y otros similares. De entrada, deberían ser quienes adoptaron esas decisiones fuera de la ley los que afrontaran los daños. También es posible modificar la pena y, en lugar de destruir lo ya construido, exigir que se inviertan esos millones que ahora se dilapidarán en derribar la EDAR y construir otra al lado, en mejoras medioambientales en diferentes lugares. Es más, en construir el emisario submarino previsto en esta depuradora y que finalmente no se ha llevado a cabo.
Otra forma de pena, si no se logra que los responsables asuman su negligencia, pudiera ser invertir el dinero que costará derribar la actual EDAR y levantar otra nueva en promover viviendas nuevas destinadas al alquiler, con unas rentas por debajo de los precios de mercado, para que muchas familias en estado de precariedad tengan acceso a una casa, en condiciones asumibles. Además, con ese procedimiento se podría recuperar una parte de la inversión a través de los alquileres para construir más casas y también equilibrar de manera natural el mercado de la vivienda.
El despropósito que se va perpetrar en Vuelta Ostrera es un ejemplo deslumbrante de la inutilidad de la regulación excesiva y del daño que se puede causar con medidas bien intencionadas que terminan causando más daño que el que tratan de evitar. La legislación debe tener siempre como objetivo impartir justicia y mejorar la vida de los ciudadanos. Derribar esta depuradora para construir otra, a unos metros de distancia, no parece un buen ejemplo de justicia.
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