La medicina es, sin duda, una de las profesiones más vivas y esenciales de nuestro país. En ella reposa buena parte de lo que entendemos ... por Estado del Bienestar. Sin embargo, hablar hoy de su situación no es sencillo: la profesión atraviesa un momento de incertidumbre y debate. Por un lado, surgen dudas legítimas sobre el futuro de pacientes vinculados a Muface; por otro, las tensiones entre el colectivo médico y el Ministerio de Sanidad, en relación con el Estatuto Marco, reflejan un desencuentro profundo.
Basta con leer entre líneas para comprender que detrás de estos conflictos hay una falta clara de previsión y liderazgo. Si de verdad queremos cuidar a los pacientes, debemos empezar por cuidar a quienes los cuidan: nuestros médicos.
En medio de estas reflexiones, quiero detenerme para destacar un hecho que ha tenido lugar recientemente en Cantabria, y que merece ser celebrado como se debe. Me refiero al reconocimiento otorgado por El Diario Montañés a la Unidad de Trasplantes del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, durante la presentación de su Anuario. Un homenaje merecido, que va mucho más allá de un galardón: es una declaración de orgullo, de historia y de excelencia.
Como veterano de la profesión, no puedo evitar recordar los inicios de esta apasionante aventura de los trasplantes en Valdecilla. Hubo un tiempo en que estas intervenciones parecían reservadas exclusivamente a grandes hospitales de Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia. Pero en Cantabria decidimos que también aquí, en el norte, podíamos soñar en grande… y hacer realidad esos sueños.
Con la llegada del Estatuto de Autonomía, en 1982, Valdecilla perdió su estatus de hospital nacional. Fue un golpe duro, ya que, hasta entonces pacientes de Galicia, Asturias, Castilla o el País Vasco acudían aquí en busca de tratamientos de alta complejidad. Pero lejos de resignarse, el hospital trazó una nueva estrategia: convertirse en un referente en trasplantes de órganos y tejidos. Una apuesta audaz que cambiaría para siempre su historia.
El impulsor de esta visión fue el Dr. Segundo López Vélez, entonces director gerente del hospital. Bajo su liderazgo nació el primer comité de trasplantes, del que tuve el honor de formar parte. Estaba compuesto por grandes nombres como los doctores Gómez Durán (Cirugía Cardiovascular), Abaitua (Urología), Llamazares (Nefrología), Zubizarreta (Hematología), Freijanes (Endocrinología), Enrique Hormaechea (Unidad de Politrauma), entre otros. Juntos, diseñamos un calendario ambicioso para que, en menos de una década, Valdecilla se convirtiera en un centro de referencia.
Y lo conseguimos. Ya existían programas pioneros como el de médula ósea y trasplante renal (este último celebró su 50 aniversario recientemente), pero queríamos ir más allá. Gracias a protocolos rigurosos, estancias formativas en centros de referencia internacionales y un compromiso total de nuestros equipos, se fueron sucediendo los hitos: primer trasplante cardíaco en 1984, de páncreas en 1990, de hígado ese mismo año, y de pulmón en 1997.
Un capítulo aparte merece la Unidad de Coordinación de Trasplantes, con el Dr. Hormaechea, la inolvidable Carmencita, y posteriormente los doctores González Cotorruelo y Miñambres. Su labor ha sido tan excepcional que Valdecilla es hoy el hospital con la mayor tasa de donación del mundo, algo que no se logra sin compromiso, sensibilidad y excelencia en la gestión.
Más de 8.000 trasplantes realizados hasta la fecha dan testimonio de lo lejos que ha llegado esta apuesta. Pero más allá de los números, lo verdaderamente importante es lo humano: decenas de profesionales de todos los estamentos que han dado lo mejor de sí mismos para que Valdecilla no solo no perdiera su prestigio, sino que lo multiplicara.
La semilla plantada en los años ochenta no cayó en terreno estéril. Dio fruto. Y hoy, Valdecilla mantiene todos sus programas de trasplante activos, siendo un faro para muchos otros hospitales dentro y fuera de nuestras fronteras. Esta es, sin duda, la mejor medicina: la que salva vidas, la que inspira, la que deja huella.
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