Daño irreparable

No hay ninguna justificación para haber llegado a esta situación después de ir dejando que pasara el tiempo sin buscar una solución efectiva. Para los trabajadores lo que se está perdiendo en estas semanas de huelga es muy superior a cualquier porcentaje de incremento. Y para las empresas lo que se ha perdido es mucho mayor que la facturación, las jornadas o los pedidos.

Los empresarios hemos asistido impotentes a esta degradación y este sin sentido. Impotentes sí, porque quien ostenta la capacidad de negociación no ha respondido a los intereses ni de las empresas ni de los trabajadores. La convocatoria de una huelga debe ser la última opción después de haber agotado todas las vías de negociación posible, y aquí no se ha hecho. Como tampoco se ha respetado el derecho a trabajar de quienes no quieren sumarse al conflicto. Su postura es legítima y debe ser igualmente protegida por los poderes públicos. Y aquí tampoco se ha hecho. Hay empresas perseguidas, apedreadas, viales llenos de clavos, trabajadoras vejadas verbalmente. Por cierto, no llegamos a comprender el papel de una parte del Gobierno de Cantabria en este conflicto. Su obligación es trabajar a favor de todos. ¿Cómo podemos confiar los empresarios en unos dirigentes políticos que no son neutrales, que no defienden a las empresas, que no creen en la labor que realizamos, que nos miran con prejuicios o con el prisma de no se qué ideología?

Los políticos deben estar a la altura de los problemas que debemos afrontar. ¿Por qué en otras comunidades no ocurre esto? ¿Somos más tontos o más incapaces que los demás? Les aseguro que no. Hay que tomarse en serio este asunto de gobernar. Esto no va de postureo y fotos. Esto va de trabajar a favor del futuro de Cantabria y apoyar a las empresas y los empresarios que se juegan su dinero, su patrimonio y crean empleo y riqueza.

Hemos procurado ser respetuosos con las partes que estaban negociando, pero esta prudencia se debe romper cuando vemos que se está jugando de una manera frívola e inconsciente con el futuro de toda nuestra comunidad y de sus empresas.

Después de los años de inestabilidad como consecuencia de la pandemia, esta huelga va a suponer el cierre de muchas empresas. Las pérdidas en estos quince días han sido millonarias, las sanciones por incumplimientos serán una realidad inmediata. Se han caído pedidos que había que entregar y los pedidos futuros se han desviado a empresas de otras comunidades autónomas o a otros países.

Venimos de una situación de extrema debilidad con problemas que han impactado especialmente en la industria y en concreto en el metal: olas del covid, escasez de materias primas, costes disparados, inflación, costes extraordinarios de la electricidad, la huelga de transportes y las consecuencias de la guerra de Ucrania, etc. No podemos consentir que seamos nosotros mismos quienes acabemos echando el cierre a las empresas de Cantabria.

Estos días han sido muy duros y hay empresarios que han llegado a decir que a partir de ahora se van a dedicar a desemprender. Los empresarios estamos agotados y empezamos a dudar si merece la pena invertir en nuestra comunidad autónoma. No nos podemos permitir dar esta imagen. Necesitamos ser una comunidad confiable, predecible y segura para la inversión.