Un año después

El último IPC en la región subió un 5,7% (ojo a la inflación subyacente), pero es que el principal encarecimiento lo registraron los alimentos al 15,4%. No sólo las familias padecen una histórica pérdida de poder adquisitivo, afectando a las más vulnerables, sino que además de las alzas en el coste de energía e hipotecas el coste de la cesta de la compra aumenta pues ni las marcas blancas frenan subidas no conocidas desde hace casi treinta años. A esa encrucijada de cuellos de botella en suministros a nivel industrial y comercial se une que los salarios de convenio cerraron 2022 con un alza de menos de la mitad del IPC lo que reduce la tasa de ahorro y complica llegar a fin de mes. Además, en carburantes el precio aumentó no siendo descartable que veamos un precio del diésel cercano a su máximo histórico del pasado junio a 2,1 euros el litro.

La desaceleración económica potenciada por la inflación y encarecimiento de la financiación, a pesar de la batería de medidas de gobiernos y banco central, es el problema fundamental mes a mes de la economía real de los 'garbanzos o cesta de la compra' Y es que a diferencia de la canción de Julio Iglesias de 'la vida sigue igual' más bien esto se parece al 'cuento de la buena pipa' que nunca acababa. Toca mirar hacia delante.