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Se argumenta que algo jibarizado es cuando le reducimos su tamaño, cuantía o importancia al asociarlo así a connotaciones negativas. No se trata de entender que al 'Black Friday' (y su 'Cyber Monday' posterior, marea infinita de descuentos y promociones), acudamos como la raíz de ... esa palabra metafóricamente referida a la práctica del pueblo jíbaro de reducir de tamaño las cabezas humanas que cortaban, pero el dinero en nuestro bolsillo (inflación mediante) no es el mismo que hace meses. De poco sirve que digan que todos nos gastaremos en media casi trescientos euros pues ya saben la paradoja de esa medida: ¿no esconde una elevada dispersión de casuísticas, pues casi la mitad de personas no hará ninguna compra 'especial' porque su sueldo o ahorros no se lo permite? Ante esto, como cuales Indiana Jones, nos lanzamos como consumidores a buscar esos chollos perdidos o descuentos impresionantes del 70% en ropa, calzado, accesorios, productos de informática o de gran consumo (perfumería, cuidado personal, etc). Pero, si encontramos esas promociones es en productos bien de liquidación bien afectados por la famosa reduflación (menos cantidad del producto) pues a pesar de la subida de tipos de interés e inflación galopante (por altos costes energéticos y de materias primas que afectan a nuestras empresas) muchos se preguntan de dónde sale tanto consumo y carrito de la compra lleno si nuestro poder adquisitivo es menor. La realidad de otras estadísticas nos puede ayudar a comprenderlo. Entre otras cuestiones, hay tres posibles explicaciones. Una, siguen consumiendo bien 'los de siempre', aquellos que pueden.
Dos, otros hogares espacian sus compras, compran artículos más baratos (marcas blancas, etc.) o aplican la reduflación antes mencionada. Por ejemplo, algunos que antes gastaban treinta euros casi al día lo hacen ahora cada tres días pues las ventas ya no equivalen a los gastos dado que para comprar lo mismo que antes necesitamos 'más pasta'.
Tres, han subido a cifras que desde hace catorce años no veíamos las solicitudes de créditos al consumo y tirar de tarjeta para pagar a plazos las compras. Y es que, como dice el refrán, «a dinero en mano, el monte se hace llano».
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