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«La realidad no existe», dice Juan Rodríguez en su último libro. Nos engañan nuestros sentidos y percepción limitada en cada problema que confrontamos. Por ejemplo, uno de los temas estrella del verano está siendo el incremento de viviendas de uso turístico así como la ... incertidumbre del sector. Hace días se publicaba que el mercado hipotecario se invertía en la región y que se cancela un 30% más de lo que se contrata. Sumémosle un Euríbor que ha subido en agosto hasta el 4,11% pudiendo alcanzar el 4,5% a finales de año si se cumplen los peores escenarios. Cambia la tendencia en los tipos de hipotecas que se contratan hacia sistemas 'más europeos' donde abundan más los préstamos a tipo fijo o mixto frente a las tres cuartas partes de contratos hipotecarios firmados a tipo variable. Por eso, las subidas de interés cambiarán las preferencias de las familias en la región y somos la segunda región en la que más vivienda usada se compra (nueve de cada diez viviendas son de segunda mano).
El 'no saber' (relacionado con la gestión de la incertidumbre) o la necesidad de mayor cultura financiera al habitar una vivienda en compra o alquiler no implica obviar que algo sucede. Es como esa noticia sobre que varios exmilitares declararon que el Gobierno oculta ovnis y «restos no humanos». Los expedientes X a resolver crean dudas entre la población.
¿Qué sucederá? Puede que el boom inmobiliario residencial motivado por la pandemia esté ya estabilizándose. El ahorro 'embalsamado' es escaso y el incremento en el coste de ir al supermercado a hacer la compra nos lo recuerda bien. Así, la asequibilidad de acceso a la vivienda se reducirá al subir los costes hipotecarios y alquiler. Ajustes en oferta y demanda nos anticiparán la clave: no perder de vista a otros factores estructurales como la escasez crónica de viviendas (la limitación de la subida del precio del alquiler al 2% y las nuevas normativas de vivienda pueden disminuir la oferta y provocar 'competencia en precios' además de adaptaciones regulatorias en las agencias inmobiliarias junto al incremento en seguros de impago o instalación de alarmas) y reducción del tamaño de nuestros hogares por el envejecimiento de la población (cerca de uno de cada tres hogares son unipersonales).
Como los hogares quieren estabilidad en los precios y que éstos no sean altos al igual que los intereses, nos encontramos con la encrucijada del desajuste entre demanda y oferta en muchas zonas. Cada vez son más los estratos de hogares con rentas disponibles, que antes no eran tan estrechas a fin de mes, que padecen dificultades en el acceso a la vivienda por falta de estabilidad laboral, capacidad de pago/cargas financieras y la necesidad de aportar más capital que antes debido al endurecimiento de las condiciones.
Ya decía Alejandro Sanz en una de sus canciones: «En la vida siempre hay gente que tratará de confundirnos»; así ¿qué hacer? Toda medida que ayude al acceso a vivienda es positiva pero ¿a qué coste y quiénes priorizar? Esta 'letra pequeña' debería asegurar a largo plazo la construcción suficiente de viviendas en función del flujo de formación de hogares y obsolescencia del parque existente. Faltan palabras en este artículo para evitar lo que la serie distópica 'The Architect' planteaba con algoritmos rigiendo nuestras vidas desiguales y precarias, 'casas' de ocho metros cuadrados, alquileres pagados en criptomonedas, etc. Es tiempo de volver al concepto de habitar sin perder humanidad. Eso puede conseguirse mediante un refuerzo continuo de las políticas públicas de vivienda (¿por qué la previsión de gasto es fija al 0,5% del PIB hasta 2026?), tanto a través del sector privado en concierto como con promoción pública y tipologías residenciales óptimas.
Además, lo público ha de disponer de mejores estadísticas y proyecciones de escenarios cíclicos futuros con nuevas metodologías analíticas. En cuanto a la vieja demanda de fomentar verdaderos mercados del alquiler y leasing inmobiliario, a semejanza del existente en la automoción, podría ser otra tabla de salvación a semejanza europea para no tener parado el activo e incentivar la movilidad laboral especialmente juvenil. Ya lo decía Franklin Roosevelt, promotor del New Deal estadounidense: «Haced algo y, si no resulta, haced otra cosa. Sobre todo, intentar algo».
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