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En estos días previos a Navidad la financiación autonómica y los acuerdos con algunas Comunidades en esta materia, más allá del permiso del Estado para desviarse una décima del déficit cero (estabilidad financiera), nos conducen a un dilema: las revisiones del sistema 'redefinirán' cuánto pagará ... el Estado y cuánto cobrarán las regiones y eso afectará directamente a nuestros bolsillos según donde vivamos. Pero, hace unos días reflexionábamos desde la academia varios compañer@s y llegábamos a una conclusión común que puede ser disonante en términos cognitivos para el lector. A saber: los comportamientos y posturas de varias Comunidades ajenas a Cantabria no concuerdan o se contradicen entre sí y eso dificulta hacer predicciones, con lo que ello supone, pues como estimábamos en su momento nuestra región podría perder 350 millones al año si saliesen adelante propuestas de financiación lesivas hacia nuestros intereses como las que se planteaban hace meses.
Quizás la sensación pueda ser otra, más allá de la letra pequeña de los acuerdos, pues, como dice un refrán anglosajón: «El diablo está en los detalles». ¿Y si en próximos meses se sigue ganando tiempo por unos y otros y no hay realmente una reforma de la financiación o ni llega tan pronto ni es el 'apocalipsis'? Puede así que muchas de las reglas financieras que articulan nuestro sistema de solidaridad interterritorial y corresponsabilidad fiscal no se muevan hasta más tarde de lo que suponíamos y no afecten de lleno a 2025.
Hablamos de mucho dinero dado que las Comunidades recibirán 154.000 millones de euros el año que viene (15% más que en 2023), siendo la máxima cifra de la seria histórica. Además, se produce en paralelo a la exigencia de un déficit 'autonómico' casi 'cero', con lo que ello supondría (¿cómo hacer esa 'cuadratura del círculo' sin considerar sus efectos sobre servicios e inversiones públicas?), a la vez que se lanzan 'cantos de sirena', con posibles condonaciones de deuda que según las hipótesis que puedan simularse (condonación del 20-50% de la deuda del Fondo de Liquidez Autonómica, niveles según incrementos de déficit pasados, propuestas de 'máximo per cápita' semejantes a lo que se condone a Cataluña según pactos de investidura, etc.) a nosotros nos supondrían cerca de 1.100 millones de euros.
Pero, más allá de si podremos o no elegir esa condonación o asumir una reforma que sea contraproducente para los intereses de Cantabria, además de lo que supondría en términos de cambio de nuestra manera de entender el Estado de las Autonomías que todos nos dimos con la Constitución, pensemos en que queda una variable clave por considerar ante tanto 'ruido de sables' y es el tiempo en que tardaría en suceder todo esto. Al final, podemos llegar a encontrarnos en esta nueva legislatura que ya ha comenzado con que también en todos estos temas se esté 'mareando la perdiz'. Se esté haciéndonos perder intencionadamente el tiempo en rodeos y dilaciones que retrasen u obstaculicen la resolución óptima de toda esta problemática. Y es que el tiempo es un concepto elástico (lo que para unos pasa despacio para otros pasa rápido…), pero es 'oxígeno político y financiero' para muchos. De este modo, dados los actuales equilibrios a medio plazo, no es de esperar un gran cambio en los sistemas forales (cupo vasco y aportación navarra) ni modelos similares a éstos para Cataluña con la asunción del 100% de los tributos, puesto que no es posible de la noche a la mañana hacerlo. Imaginando eso a Cantabria, con los últimos datos disponibles, supondría rebajarnos cerca del 40% de lo que nos llega en fondos actualmente garantizados por el sistema. Otra cuestión es que se amplíen a las Comunidades los plazos de devolución de deuda y existan tipos de interés más benévolos, pero los supuestos criterios de 'infrafinanciación' de algunas Comunidades no pueden ser un 'efecto placebo' de una reforma mayor. En cambio, podrían proponerse mayores participaciones en IRPF e impuestos medioambientales y de consumo a la espera de la implementación regional de las nuevas reglas fiscales europeas.
Así, anticiparnos a los próximos movimientos financieros entre Estado y Comunidades Autónomas es una tarea ardua en la que quedan por descubrir varios trucos de ilusionismo.
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