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Un día cualquiera. Atravesar las puertas de cristal de un supermercado es adentrarse en un 'mundo al revés' en donde abandonamos nuestra rutina para formar parte de un escenario de lineales perfectamente colocado de productos. Son lugares donde pasar horas o ese amigo que siempre ... está ahí –como dice Beatriz Serrano en su libro 'El descontento'– pues todos necesitamos hacer la compra 'semanal' y llenar la nevera. Reconozcamos que, según nuestras prisas y presupuesto (metálico o tarjeta en mano) compramos determinadas cosas. Y, ¿en qué nos fijamos más? ¿En los productos que nos llevamos o en cuánto nos gastamos? Si somos de los segundos ajustaremos bien lo que metemos al carrito de la compra pero sorprendentemente se produce un fenómeno que nos une con algo que también sucede en Nueva York: la reduflación. Habrán notado que estaría bien que nos avisarán como compradores de esta reduflación ('shrinkflation' en inglés). Es como una mezcla de reducción (achican los tamaños de los productos) con bien inflación bien mantener precios iguales. Ejemplos: chocolates, helados, etc. Todos los afectados bien han reducido el tamaño de botellas o envases o cajas o incluyen menos contenido del habitual (salchichas, huevos, snacks, cereales, aceites, atún, aceitunas, detergentes, refrescos, etc.).
Es como el 'efecto de un paracaídas': sólo te das cuenta de su efectividad cuando lo abres, de ahí la disonancia en el comprador. ¿Es nuestra culpa o responsabilidad (igual que las fechas de caducidad podemos leer cuánto pesa el producto), del supermercado (¿estigmatizamos estos productos?) o de las marcas (¿repensarían sus políticas de precios y prácticas 'no casuales sino causales'?) el darse cuenta de esta reduflación? Sólo así explicaríamos cómo la mayoría del ahorro actual sólo está concentrado en hogares de rentas no bajas, el crédito de consumo está a niveles altos (como no lo había hecho en una década), nuestro poder de compra per cápita es inferior al de 2019 y el aumento de pago en intereses es práctica común según las estadísticas oficiales.
No obstante, más allá del aumento de compras 'financiadas', la reduflación (que afecta especialmente a productos de alto consumo) la emplean muchas cadenas de venta incluso mediante sus marcas propias. ¿Las empresas lo hacen paulatinamente como manera de ahorrar porque dicha reducción en cada producto les da más beneficio o la reduflación es por la caída de poder de compra de los consumidores? ¿Qué es antes: huevo o gallina? Buena pregunta.
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