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En este verano de tardeos, pisos turísticos, autocaravanas, conciertos y festivales, spoilers de 'ecotasa turística' (para recaudar, reducir impactos medioambientales y generar conciencia de turismo 'responsable') y juegos olímpicos parisinos surge el debate del impacto económico y social ante fiestas patronales: dicho, en jerga de ... la generación Z o los 'bros', lo que 'rentan' estos eventos. Todas estas celebraciones, al igual que otras similares como las citas deportivas, son un componente esencial del turismo debido a su potencial para aumentar la singularidad de un lugar así como robustecer su economía local especialmente en el sector servicios. Pensemos, por ejemplo, en lo que supone lo gastronómico como 'referente cultural' que aquí en Cantabria nos diferencia de otros como destino geográfico y la creciente popularidad del turismo culinario dada su correlación con la proliferación de festivales gastronómicos. ¿Y si viéramos aquí algo similar como 'contranarrativa montañesa' a la famosa competición 'The Champions Burger' que ha acogido el estadio de Anoeta (San Sebastián) la semana pasada habiendo sido 150.000 personas las que pasaron estos días por allí para degustar hamburguesas a precios 'populares' dentro del mismo campo de fútbol?
Cuando leemos que «las Fallas en Valencia tienen impactos económicos de 910 millones de euros y 6.440 empleos» o que «los carnavales gaditanos tuvieron un impacto de 20 millones y los de Tenerife de 35 millones» es obvio preguntarse de dónde salen esas cifras técnicamente o ¿cuál es ese impacto en las fiestas de Santander, Torrelavega, Castro-Urdiales o Camargo como motores de atracción turística por poner casos? Y es que cualquier evento/fiesta supone 'shocks' de demanda (con gastos corrientes y de inversión por visitantes, organizadores, medios de comunicación, patrocinadores, etc.) que originan impacto económico además de renta, PIB y crear puestos de trabajo. Todas estas metodologías han mejorado notablemente, en este mundo digitalizado y sostenible que vivimos, al considerar el gasto que realizan los no residentes (puesto que para los 'locales' el impacto económico sería cero, al ser trasvase de gastos dentro de Cantabria, ya que financiamos las fiestas pero gastamos) y posibles efectos de desestacionalización (como proponer 'experiencias únicas' a visitantes o enfocar programaciones culturales, como uno de los sectores económicos con más futuro, hacia épocas 'valle' que impacten sobre alojamientos y restauración, transportes, cafés y bares, tiendas de regalos, etc.). Incluso es posible reestimar impactos económicos de eventos turísticos con metadatos de telefonía móvil para evitar riesgos de sobreestimación asociados a técnicas 'clásicas' del pasado. También contamos con contrafactuales al fenómeno analizado, y es que si se revisan varios años (por ejemplo, grandes conciertos) observaríamos la afluencia turística en períodos sin que el evento tuviera lugar e incluso estableceríamos métricas de recogida de datos que mejoren estos eventos y proyección.
Dado que no tenemos teleprompter, GPS o IA siempre a mano, ¿cuál es el impacto económico (directo, indirecto e inducido sobre producción y empleo) de las fiestas de Santander (puede estar en torno a 6 millones de euros con ratios de beneficio-coste de 9, es decir, por cada euro invertido, la ciudad recupera 9), Torrelavega, Castro-Urdiales o Camargo en relación con lo invertido (incluyendo estructuras, instalaciones eléctricas etc., así como su grado de contratación con empresas cántabras)? A su vez, ¿la casi totalidad de los residentes en esas ciudades permanecen durante los días que duran las fiestas?, ¿si el turismo internacional (vistas las encuestas a turistas y visitantes vs. residentes) deja más valor añadido (dados los diferentes multiplicadores del gasto turístico a través del análisis input-output) que el nacional, afecta a políticas de promoción?, ¿generan esos días concretos el 20 % del saldo turístico neto anual de esos municipios? o ¿propuestas ciudadanas buscan mejorar el transporte público, introducir variaciones en los eventos existentes, financiar más conciertos o bajar los precios o descentralizar los actos a lo largo de las ciudades?
Buenas preguntas. Ahí van pistas. Cada lugar ha de aprovechar sus mejores bazas, símbolos y empoderamiento diferencial a fin de lograr impactos sociales y económicos positivos y duraderos. El turismo tiene un carácter fuertemente procíclico y dependiente de la evolución del entorno económico general, lo que recuerda acudir a desarrollar programas de diversificación y mejora de calidad de nuestra oferta y valores regionales y locales. Y sino recuerden la 'ruptura' frente a lo tradicional que ha supuesto ya que, por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos de verano, haya sido París la que ha llevado la ceremonia de apertura al centro de la ciudad, a orillas del Sena. Pero, habrá quien prefiera el estadio lleno de gente.
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