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Semana Santa es también período de turistas, desplazamientos y termómetro económico y de PIB. Dice Mark Twain que «la historia nunca se repite, pero rima» y Ricardo Martín, en su libro 'Esto no estaba en mi libro de historia', habla del dinero como ese «ojo ... que todo lo ve» de nuestro comportamiento y prioridades. Pasamos la peor cuesta de enero desde hace seis años (con salarios bajos y altos tipos de interés e inflación) siendo buena prueba que el crédito al consumo subiese al 20% y que los hogares hayan recurrido a ello para cubrir gastos imprevistos (por la facilidad de conseguir ese tipo de ingresos, a pesar de cobrar intereses del 8%, cuando contener gastos o conseguir dinero extra no son factibles). Más datos son ilustrativos: según la OCU son 6 de cada 10 familias las que tienen dificultades para llegar a fin de mes, el 72% no pueden ahorrar y un 9% tiene «graves» dificultades para afrontar gastos perentorios como comida (hace días este periódico contaba el caso real del precio de una compra completa semanal de una pareja: 183 euros) y vivienda.
Ante esta ensalada de cifras y relatos, la economía real y productiva deja paso al potente impacto del turismo y ocio. Lo urgente desplaza a lo importante. El alza de la demanda turística, a pesar de su origen tardío respecto a Europa hace 60 años, explica oferta, empleo (aporta el 12% del PIB y 9% del empleo) y pujanza en el saldo de balanza comercial así como que, según el Banco de España, su mejora en el tiempo dependa de subidas de productividad. Ocio, hostelería y hotelería experimentan incrementos ocupacionales a pesar de alzas de precios. El tiempo primaveral acompaña más al turista nacional que extranjero (destino a Andalucía de modo destacado) sin menoscabo del peso de la economía 'plateada' (por tener población mayor con alta capacidad de consumo).
Sociedades en donde en alojamiento al hotel se suman casas rurales, intercambio de casas, caravanas y campings pues sucede algo parecido a los desplazamientos: la praxis del viajero tipo es ajustar su presupuesto. Curioso pues, quienes pueden, cambian tendencias de gasto con aumentos relativos en ocio y ajustes en alimentación. Turismo que, más allá de volver a cifras de 2019 y que los autóctonos perciban que sus beneficios compensan sus efectos negativos (masificación, etc.), ¿será catalizador de cambios positivos sociales en un marco sostenible? Iremos viendo.
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