Secciones
Servicios
Destacamos
Zanahorias y palos forman parte de la vida. Más allá de perspectivas productivistas, se ha abierto el debate sobre si 'vale todo'. Con un buen amigo charlaba sobre ello y acordábamos que se precisa volver a cierto tipo de 'ética' frente a la visión maquiavélica ... del 'fin justifica los medios'. Difícil cuestión. En todo proceso competitivo, sea desde el que está en política, en una empresa o es deportista, hay elementos clave. Entre ellos, dice Simon Sinek en su obra 'Empieza con el porqué', están el precio a pagar por estar en una posición (en términos de horas, menor conciliación, estrés, etc.), las ofertas (Rousseau versus Hobbes o si todos 'somos buenos' frente a esos humanos depredadores como en la serie 'House of cards'), el miedo (nadie es insustituible en un trabajo o el noticiero o político avisándonos de algo malo si no hacemos tal cosa), las aspiraciones o tentaciones, la presión social (pues expertos o autoridad competente dictan lo bueno o malo en plan 'gran hermano') o la novedad (pues frecuente no equivale a fidelidad y se cambian personas o productos o servicios por edadismo, obsolescencia o rentabilidad).
Si es o no ético sobrepasar todos los límites aceptables y renunciar a cualquier precio a la propia identidad de una persona u organización al competir está en la agenda de esta sociedad polarizada en la que vivimos. Étienne de La Boétie en su discurso de 'la servidumbre voluntaria' mostraba dicho oxímoron: la tensión entre la libertad y voluntad de someterse a personas, reglas o condiciones que dictan lo que está bien o mal. Al final hay de todo como en botica. Unos quieren 'salir en la foto' y otros prefieren ser 'sándwich mixto' o 'agua' pasando desapercibidos.
Todo son elecciones. Escoger es descartar aunque a veces cuando conduces el coche alguno lleve ya la adrenalina competitiva en sangre y hasta en la rotonda mida fuerzas con los demás. Ventajas y desventajas de la competencia (juegos de suma cero con ganadores y perdedores) hay que entenderlas desde que puede ser excesiva o alcanzar otros ámbitos como incluso el personal por ese ánimo de dominar a otros. Por eso son importantes buenas reglas para que la competitividad sea acorde con la convivencia o quizás ser la 'mejor versión' de uno mismo o de los valores de una organización sin necesidad de que competitividades insanas invadan terrenos a los que no pertenece serían excelentes brújulas. ¿Excesivas obsesiones por ganar en cualquier escenario y 'subir esas montañas' que plantea la vida pueden hacer que en la cima se descubra que lo que hay no es lo esperado? Buena pregunta.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.