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El huracán de Pensilvania llegó a Madrid con su nariz respingona, su barbilla enérgica, sus ancas rectas de estoque de acero, su sedosa melena dorada al viento sexual del populacho, sus manos largas y luminosas hechas para sostener un micrófono o la economía de un ... país, cantó con los boys del bailongo y el paipái, y triunfó en el Bernabéu más allá del gol de Messi: «swiftonomics» llaman al milagro los analistas financieros. Esta cultura económica de nuevo cuño, saltarina y musculada, que hoy consumimos merece todo el respeto, a diferencia de todos los economistas gubernamentales y otros.

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