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S ucedió en este país mágico donde todo es posible llamado España. En la Operación Bralina detuvieron a cinco personas acusadas de estafar a dos mujeres más de trescientos mil euros, mediante el método cachondo de hacerse pasar por Brad Pitt. El Brad Pitt apócrifo ... contactaba con ellas y después de declarar su amor incondicional, tanto las quería que les pedía un pastizal para montar juntos negocios muy lucrativos. «Show me the money y vamos a pachas», diría Brad a su amada.
Para explicar lo sucedido, puede uno tirar de tópicos: hay más tontos que ladrillos caravista; si no sabes reconocer al primo es que el primo eres tú; o la más profunda y positivista: para aprender una lección en la vida hay que pagar un precio, y barata te ha salido ésta al final.
Pero estas conclusiones fáciles pasan por alto detalles de diversa consideración. Olvidamos que este país de mangantes y trileros también es el del tonto-listo, el que cree que puede sacar tajada rápida de una situación ventajosa, el que las pilla al vuelo, el oportunista espabilado y codicioso al que le ciega la pasta. Sucede desde tiempos de Tony Leblanc y aquella película, 'Los tramposos' (1959), en que realizaban el timo de la estampita o del tocomocho, timos que han sido válidos hasta anteayer, y que han sido desplazados por otras estafas más tecnológicas, pero que no han conseguido desterrar la engañifa de toda la vida, que se apoya en eso que en psicología llaman pensamiento ilusorio. El secreto del timo clásico no estriba en el método utilizado, sino en la elección de la víctima, del primo, del criptobro de turno. Porque todos escondemos un pirata dentro, pero todos tenemos nuestra debilidad, nuestro tic cuando nos tiramos un farol, nuestro Brad Pitt.
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