Crónica de un delirio

El valido de Trump, Elon Musk —tocado donde más duele: o sea en la cartera–, decide bajarse del burro: los aranceles no molan. Peter Navarro, asesor de Trump e ideólogo de sus aranceles, llama a Musk «ensamblador de coches». Elon responde que Navarro es más tonto que un saco de ladrillos. Se le exige una disculpa al dueño de Tesla, y éste se disculpa con los ladrillos. Trump, eufórico, manifiesta que el dinero entra a mansalva, y que todos le besan el culo suplicándole una negociación. «Vosotros no negociáis como negocio yo», contesta a los que le piden que la negociación pase por el Congreso.

Sin embargo, Trump se acuerda del mercado de deuda y recula: aranceles al 10% durante noventa días a todos, salvo a China que se los sube al 145%, por protestar. Y entonces los mercados bursátiles rebotan con sospechosas subidas. Algunos se forran, pero vuelven las caídas, así que Trump, dando palos de ciego ya, excluye de los aranceles chinos a los productos tecnológicos.

Conclusiones: en manos de estas mentes brillantes estamos. Tipos con turbios intereses o con una temeraria estupidez guiando el mundo. Vamos de culo, pero lo que nos vamos a reír. Suerte.