Cuatro plumas

El pasado 9 de enero se produjo un robo infame en Valladolid. A un clan gitano le sustrajeron veintisiete gallos dedicados a dudosas actividades. La ... familia expoliada decidió grabar un vídeo denunciando el delito. En un tono conciliador, «no queremos jurar fuerte por cuatro plumas», no exento de algún gesto aislado de pulgar deslizándose por el cuello, reclamaban la devolución de las preciadas aves en 24 horas máximo, sin represalias por su parte. El vídeo alcanzó enseguida una gran repercusión, pero no logró el efecto deseado; al contrario, varios desalmados crearon perfiles falsos en TikTok para aportar datos falsos del hurto. Este hecho colmó la paciencia del clan, que decidió grabar un segundo vídeo con una retórica más amenazante, aunque igualmente inocuo, y múltiples referencias a las generaciones de muertos y familiares de los causantes de su desdicha. Este último vídeo se viralizó enseguida, porque sus autores hicieron un despliegue enrevesado del arte del improperio, sin renunciar al lirismo, al acordarse también de «los últimos suspiros de todos los muertos de su familia».