Un disfraz de oso

Sin embargo, lo que ha sucedido recientemente en California es difícil de clasificar. Cuatro personas han sido detenidas por usar un disfraz de oso y unas herramientas metálicas, a modo de garras, para grabar supuestos ataques furibundos de estos plantígrados a coches de lujo y cobrar determinadas indemnizaciones.

Yo aquí no veo codicia ni desesperación. A falta de más detalles sobre el suceso, ahí va una posible reconstrucción de los hechos. Cuatro individuos observan sus cochazos, con una cerveza en la mano, advirtiendo lo bien que les vendría una mano de pintura o una tapicería nueva. Por razones que desconocemos, en esta imagen se cruza la del disfraz de oso. Y entonces surge el ideón. Y luego el clásico 'no hay huevos', o el más reciente 'sujétame el cubata', que han anticipado tantas bravuconadas estériles, tragedias y catástrofes, pero también tantas risas, enredos y entretenimiento en general.

Puede que el sueño de la razón produzca monstruos, pero el aburrimiento es una fábrica de estas creaciones disparatadas que, como ésta del oso, generan una anécdota, un chascarrillo, una historia que perdurará en futuras reuniones. Acabamos detenidos por fraude, pero lo que nos hemos reído.