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Muertes anunciadas

Miércoles, 8 de noviembre 2023, 07:11

Yo pasé con mi madre la última noche de su vida en el hospital. Ella no estaba consciente ni nada parecido. Unos días antes nos habían dado a elegir entre prolongar su sufrimiento, o administrarle un medicamento que la liberaría del dolor, a cambio de ... perderla para siempre, es decir, sumirla en un estado de inconsciencia del que no saldría jamás. Sus hijos no tuvimos dudas: mi madre nos había repetido hasta la saciedad que llegados a este punto, con metástasis irreversible todo el cuerpo, ella no quería alargar un sufrimiento inútil. Durante toda esa noche, yo la oía respirar, pero nada más. Yo no soy un tipo de lágrima fácil, la verdad, pero aquella noche sí que lloré. Las enfermeras entraban, hacían su trabajo, me dirigían una mirada de compadecimiento, y se iban. Recuerdo que un celador sí me puso la mano en el hombro y me dirigió unas palabras, un gesto de humanidad en un ambiente siniestro.

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