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Una protectora de perros es un lugar que no debería existir. Y como existen, nos recuerdan que en realidad somos mala gente. Por si alguien lo dudaba. Dentro de una protectora hay perros que no cometieron ningún delito, al contrario, fueron víctimas de la maldad ... de otros, y como víctimas de maltrato, abandono, tortura o explotación fueron condenados a vivir en una jaula de hormigón, compartiendo celda, en la que te asas en verano y te congelas en invierno. Una vez a la semana se les concede el beneplácito de salir y quizá pasear, gracias a voluntarios entregados y altruistas, pero puede que el estrés acumulado durante una semana de soledad, o el nerviosismo por la llegada de su único momento de dicha fugaz, no les deje disfrutar lo suficiente de esas migajas de felicidad.
Y ese mismo día se les da la oportunidad de girar la ruleta de la fortuna, que siempre es cruel con los desfavorecidos, y quizá alcanzar el pasaporte dorado, la adopción, el despertar de una pesadilla para alcanzar un sueño en forma de nueva vida, que al igual que en 'La vida es sueño', les puede devolver a su antigua prisión si no cumplen unos estándares a veces ridículos para un animal.
Una adopción es la reparación de una injusticia. Ver cómo un ser vivo, noble y fiel, te recuerda, cada vez que sea feliz, que tú mejoraste su destino, es una acción que cambia el mundo para bien. Un gesto que el pobre animal se empeñará en devolver con creces. Algo que no va a reparar tus miserias ni a esconder tus vilezas. Pero que te sitúa en un camino, el de tomar partido por el más débil, que siempre mejora algo este mundo de mierda. Tú los necesitas tanto como ellos a ti.
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