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En la película 'The Apprentice', el abogado fullero Roy Cohn le enseña a un joven y ambicioso Donald Trump, que ya entonces estaba inmerso en ... procesos judiciales, las tres reglas que le permitirán tener éxito en sus negocios y salir airoso de cualquier crítica en su contra. Primera regla: atacar, atacar y atacar. Segunda regla: negarlo todo, siempre. Tercera regla: nunca aceptar una derrota, presentarse invariablemente como victorioso. Estas tres reglas han guiado la vida de Trump desde que Roy Cohn se convirtió en su abogado y le solucionó sus pufos con chantajes y extorsiones hasta esa reciente trifulca con Zelenski, en la que trataba de imponer sus ideas descabelladas al presidente ucraniano. Atacar de forma despiadada al que se interpone en tu camino, negar hasta las evidencias más notorias y transformar por arte de magia tus cagadas en triunfos, que tus seguidores celebrarán entusiasmados, son malas artes que estamos hartos de ver no solo en el presidente de rostro anaranjado y flequillo dorado, sino también en nuestra política nacional de cualquier signo.
Mazón ataca a los que lo llaman mentiroso, pero el tío no para de mentir e inventar excusas nuevas para tapar su incompetencia. Ábalos y sus secuaces niegan con desvergüenza torera las pruebas que se amontonan en su contra. Otros se presentan como infatigables luchadores contra el acoso sexual, cuando lo cierto es que encubrieron y ocultaron lo que sucedía delante de sus narices. Y luego está Ayuso, que aplica estas tres reglas cada vez que abre la boca. Estos son algunos ejemplos, pero se pueden añadir muchos otros de todo tipo de gentuza que usa estas reglas para tapar sus chanchullos o mantenerse en el cargo. Son las tres reglas de oro del sinvergüenza.
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