Debemos detener el mundo para transformarlo

Prestamos atención a la decoración de las calles y los hogares, las cenas y comidas que próximamente nos llegarán, los regalos que vamos a hacer a nuestros seres queridos.... Tareas todas ellas que nos invitan a consumir, a vivir con velocidad, que invaden nuestros pensamientos y no dejan sitio a otras realidades. Cambiemos, fijémonos más en las personas.

Debemos detener el mundo para transformarlo. Este también es el sentido de Cáritas: salir al encuentro; visibilizar las situaciones de injusticia y exclusión; escuchar a quienes están a nuestro lado pero son invisibles para la mayoría; acompañar a las personas en su camino y caminar con ellas, no decidiendo por ellas: reivindicando y denunciando, construyendo juntos una sociedad justa, digna para todos.

El Papa Francisco nos invitó a reconocer la Navidad como «un tiempo que trae cambios de vida inesperados» si estamos dispuestos a abrir el corazón y acoger lo imprevisible. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a dejarnos sorprender y a transformar nuestra vida? A vivir para y con los demás, no pensando tanto en cada uno de nosotros; observar la realidad con una mirada sincera, con el propósito de encontrar y comprender; de acoger y acompañar al otro.

No nos dejemos llevar por las luces deslumbrantes que destellan, tintinean y ciegan los ojos. Las que no nos dejar ver aquello y, especialmente, a aquellos y aquellas a los que no alumbran, que permanecen en la oscuridad a ojos de la sociedad.

Esta semana celebrábamos el Día Internacional del Migrante y me gustaría llamar la atención sobre un hito que hemos conseguido entre todos. El movimiento plural Esenciales ha presentado ante el Congreso 700.000 firmas para poner en marcha la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) con el objetivo de pedir una regularización extraordinaria de personas migrantes que podrán, de este modo, tener una vida más digna. Felicidades a todos y todas los que lo os habéis sumado a la campaña.

Vivimos un tiempo difícil en el que las guerras, las olas migratorias y las secuelas de la pandemia conviven con otras sombras no menos violentas y cercanas: falta de empleo, escasez de vivienda para quienes tienen menos recursos, problemas de salud mental y soledad.

Frente a esto, necesitamos que brillen otras luces que nos hagan superar los miedos y prejuicios, que nos ayuden a confiar para que emerja de nuestro verdadero ser la solidaridad y la generosidad que nos habitan.

Estos tres cuartos de siglo de trayectoria de Cáritas en nuestro país han corrido parejos a la propia evolución de la realidad española y de los retos planteados por la desigualdad y la pobreza en los márgenes de la sociedad. De comenzar a organizar en la España de finales de los años 40 la distribución de la Ayuda Social Americana o la acogida temporal de miles de niños europeos no acompañados tras la Segunda Guerra Mundial, se ha pasado a desarrollar en la actualidad una actividad incesante de acogida, de asistencia, de inserción y de promoción.

En Cantabria, Cáritas acompaña a más de 6.000 familias a través de 62 Cáritas Parroquiales y gracias a la colaboración de 511 personas voluntarias y 40 contratadas. Gestionamos 3 millones de euros anuales, de los que el 85% procede de aportaciones privadas. El número de socios y donantes de esta asociación ronda los 1.400.

La acción de Cáritas debe ser como la llama de una vela: una luz cálida que ilumina lo que habitualmente no vemos, un destello suave que nos permite mirarnos y reconocernos, una luz que desprende el calor del abrazo. Seamos esa luz.

Sé Navidad, sé luz para los demás.