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La Consejería de Educación de Cantabria al intervenir, prohibiendo los deberes en algunas semanas de vacaciones y los exámenes en la semana posterior a ese descanso, ha puesto el debate público sobre la educación donde le interesa y no donde es necesario. Ha recurrido a ... un recurso fácil y efectivo, para desviar la atención de otros problemas. Acuciado por dar una respuesta a las demandas de la FAPA para publicar el calendario escolar, precipitadamente ha tomando una decisión, en mi opinión desacertada, innecesaria e intervencionista.
Hablar de un tema como los llamados deberes escolares donde todos tenemos algo que decir (alumnos, profesores, padres, abuelos...) es fácil y antiguo. Tan antiguo como polarizante. No descubrimos nada nuevo sobre la oposición a los deberes en casa por su incidencia negativa en el ambiente familiar; por el riesgo de producir desigualdad entre las familias con más y menos recursos; por el tiempo que restan a la posibilidad de realizar el aprendizaje de otras actividades; por la ansiedad que producen al alumnado y por haber sido, en muchas ocasiones, el resultado de la falta de coordinación y cálculo personalizado de los profesores.
Por el contrario, los defensores de los deberes siempre han mantenido la importancia de reforzar el aprendizaje del aula con la práctica individual; la necesidad de incorporar, progresivamente en tiempo y dificultad, el hábito de favorecer el desarrollo, la autonomía y la responsabilidad así como su buena adecuación a tareas como la lectura, escritura y cálculo.
Así que esta polémica lleva con nosotros tanto tiempo como para que las modas y modos sobre deberes y tareas escolares se haya utilizado a conveniencia del interesado. Desde hace tiempo, muchas familias recelan de la enseñanza pública por su ligereza en la exigencia personal dentro y fuera del centro educativo, prefiriendo la enseñanza privada por la mayor carga de trabajo personal. También, no han sido pocos los padres que, dentro de la enseñanza pública, han preferido que sus hijos cursen el bachillerato internacional al ser unos estudios de carácter superior en esfuerzo y exigencia personal. Y este tema, también, ha estado unido a la acusación de la llamada bajada de nivel de la Logse.
Me produce desazón y rabia ver cómo se toman decisiones sin tener las evidencias científicas que respalden su necesidad. ¡Es tan habitual esto en educación! ¿Qué estudio en Cantabria demuestra que son muchos los deberes que hacen nuestros alumnos en casa en vacaciones? ¿Es generalizado el abuso de los deberes en todas las etapas? ¿En todas la materias? o ¿es la opinión de una minoría con influencia? Los conflictos con el calendario escolar de Cantabria derivados de la decisión de modificar los tiempos de descanso, son la consecuencia de la utilización irreflexiva de un elemento sensible como es la organización del tiempo. En su momento, no se produjo el debate necesario para saber si la nueva organización se integraría en el desarrollo de un currículo tan extenso en todas las materias y en los procesos vigentes de calificación y evaluación. Y se empezaron a tomar decisiones. Suprimir la evaluación extraordinaria de septiembre. Comprimir los tiempos, evaluaciones y tareas en junio. Jugar con las horas lectivas de Primaria de junio y septiembre. Ahora los deberes. Puede que la ausencia de líneas programáticas educativas explique el modo de tomar las decisiones y su manera de entender el grado de autonomía y valor de los profesionales. Pero no debemos olvidar que, la confianza que se acompaña de libertad y la calidad de la enseñanza, alejada de las ocurrencias y dentro de un marco general de referencia, no admite prohibiciones ni obligaciones desmedidas. Si hay abuso en la utilización de los deberes y denuncias fundadas, que sea el servicio de inspección educativa el que valore el hecho y reconduzca el exceso.
Mientras tanto, los deberes de los responsables educativos son: conocer que la educación es la adquisición de hábitos; el entrenamiento y la automatización de comportamientos que mejoren la respuesta ejecutiva y el fomento de las virtudes de la acción. Y, como siempre defiende José Antonio Marina, conseguir que un alumno además de estudiar aprenda es un 'arte' a dejar en manos del profesor que sabe graduar, personalizar y adecuar las decisiones a las necesidades de su alumno.
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