La debilidad de Cantabria en el mercado persa

Es difícil no estar de acuerdo. A todo se le ha puesto precio. La exclusión de Santander del listado de puertos designados como puntos de entrada a Españani es inocente ni parece un error posteriormente rectificado, sino la enésima constatación de que este olvidado rincón del norte en cuanto a inversiones, con el País Vasco como poderoso y monopolizador vecino, y Asturias al otro lado, apenas cuenta en Madrid. Cantabria es una autonomía marginal, prescindible, sin peso alguno en el conjunto del Estado, y si en legislaturas estables cabría esperar una razonable equidad distributiva, la debilidad es extrema en las condiciones y coaliciones actuales. En un permanente cambio de socios y trapicheo de votos y voluntades, la solidaridad interregional es una palabra vana y a extinguir porque lo que cuenta es el qué hay de lo mío y sálvese quien pueda.

Esta es la situación en el imperio de los virus y la alarma, de las actitudes dictatoriales y consejos de hacendado a la derecha para el uso de 'pomadita', aunque quizá se equivoque el remedio. La pomada no es recomendable para según qué cosas, y tampoco la vaselina, que si bien facilita la introducción, como cualquier lubricante, tiene efectos no deseados. Sanidad prefiere el gel de aloe vera. De cualquier modo, no es ocioso recordar que si los españoles desearan ver a Iglesias en el Gobierno le hubieran votado mayoritariamente, pero no es el caso. Repasando la realidad de las cifras ante la exigencia de «respeto a los resultados electorales», comprobamos que Unidas Podemos, cuesta abajo en la rodada, solamente es la cuarta formación política nacional: 71 diputados en 2016, 42 en abril de 2019, 35 en noviembre, y bajando, según las encuestas.