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La hostelería lleva casi un año pagando los platos rotos de una nefasta gestión en torno a una pandemia a nivel mundial. Es innegable que la salud prima ante cualquier cuestión económica, pero ¿podrían ir de la mano?
Los mundos sanitario y económico empiezan ... a verse la cara y se empieza a notar el sufrimiento de la economía por las consecuencias de la pandemia, pero también cómo la salud sufre con una economía en crisis.
Las decisiones poco afortunadas a la hora de afrontar esta crisis han llevado a la ruina a muchos sectores, pero con la hostelería se han cebado. Nos hemos convertido durante todo el año en cabeza de turco de una crisis sanitaria que no han sabido gestionar.
A medida que el mundo responde a la pandemia de covid-19, algunas veces ha parecido que se debe elegir entre salvar vidas o salvar los medios de sustento, pero la verdad es que proteger la salud pública y restaurar los mercados de trabajo van de la mano puesto que necesitamos ambas cosas. Sabemos que el equilibrio es complicado pero lo necesitamos por un futuro mejor para todos.
Por este motivo, a nuestro entender, las declaraciones de la magistrada de lo contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, Esther Castanedo, tras rechazar por quinta vez la suspensión cautelar de las restricciones impuestas por el Gobierno de Cantabria, están fuera de lugar. En sus declaraciones, en las que señala que se ha optado por proteger la salud antes que la economía de los hosteleros, deja en evidencia la falta de proporcionalidad en las medidas, la falta de interés en salvaguardar y que vayan de la mano salud y economía y la falta de información en torno a los datos proporcionados por el propio Ministerio de Sanidad en los que se especifica que los contagios en el sector no han superado en ningún momento el 3% frente al 80% de contagios en reuniones de familiares y amigos.
Si según Castanedo el perjuicio de los hosteleros es incalculable quizás las ayudas deberían ir dirigidas en este sentido. Porque seguimos esperando ayudas «mal calculadas» para poder aguantar el chaparrón, salvar nuestros negocios y poder continuar con nuestras vidas, pero ni siquiera esas ayudas están llegando.
Hemos reclamado 30 millones de euros al Gobierno regional y han ofrecido 18,2 millones a repartir entre hostelería, comercio minorista, agencias de viaje etc... No son suficientes. No llegan a lo que pedimos antes de saber que en Navidades íbamos a estar cerrados. Así que imagínense la ruina. Seguimos cerrados.
No podemos entender que se comparen las medidas adoptadas en los comercios o centros comerciales y en los establecimientos de hostelería diciendo que en unos se usa mascarilla y en otros se quita para comer o beber. Todo sin hablar de ventilación o consumiciones al aire libre para luego, sin despeinarse, decir que su competencia no es decir si las decisiones sobre si abrir un comercio o un bar son más acertadas o no. O lo uno o lo otro, pero no podemos estar en misa y repicando.
Seguimos pidiendo ayudas, seguimos suplicando que nos dejen trabajar. Necesitamos abrir nuestros negocios y recuperar la normalidad, poco a poco, con todas las medidas de seguridad pertinentes, porque la vida de más de 7.000 empresas con 25.000 empleos directos, además de todas las empresas transversales que dependen de la hostelería, está en juego. Muchas han caído por el camino pero muchas otras dependen de que nos dejen trabajar.
Tras la resolución del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, que permite la reapertura de la hostelería, publicamos un estudio en el que se veía la incidencia acumulada en los últimos catorce días comparando la comunidad vecina con Cantabria, en condiciones diferentes puesto que ellos han tenido la hostelería abierta en Navidades y nosotros no. Pues bien, las gráficas demostraron que la incidencia era prácticamente la misma, dejando ver que el problema no es la hostelería sino las reuniones familiares.
Así que agradecíamos que, a partir de ahora, si es que aún no se han enterado, se tomen decisiones en base a datos y criterios oficiales no a las suposiciones o a las informaciones poco veraces. Declaraciones de esta índole terminan en decisiones poco afortunadas.
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