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Es frase del líder opositor, y empresario boliviano, Samuel Doria Medina, invitando al Gobierno de su país a engancharse al futuro, desterrando la añoranza de ... lo que pudo ser y no fue: «Ustedes solo piensan en el pasado, si le dedicaran una porción de ese tiempo al presente de la economía, las cosas estarían mejor», dijo. Los carpetovetónicos tenemos una frase más racial: «Paso corto, vista larga… (y mala leche)», enseña que, dicen, surgió en los inicios de la Guardia Civil, cuando las parejas recorrían los campos en busca de malhechores, lema que, por cierto, hizo suyo el alcalde Portilla. Y es cierto: de soñar, hay que hacerlo a lo grande. No son más que sentencias que hablan, en el fondo, de la necesidad de transformar las sociedades y la economía, generando pequeños cambios que conduzcan, al final, a transformaciones más profundas. La historia dio el viernes carpetazo definitivo a más de medio siglo de Sniace tal y como fue concebida. La marca ya no existe. Ahora comienza el despiece, el reparto de la túnica, de lo que para algunos fue un botín que engordó sus cuentas bancarias dejando un reguero de deudas imposibles de asumir en conjunto. Malabarismos que no fueron más que un trampantojo para vivir del cuento.
Es, pues, el momento de trazar planes que no contengan ese populismo que puede servir para ganar elecciones, que se suele engordar con las crisis pero que no soluciona nada. Quien tuvo la vista larga, hace 21 años, fue el entonces alcalde de Torrelavega, Javier López Marcano, quien escuchó los primeros estertores de Sniace, viendo la posibilidad de asentar un macropolígono industrial con la utilización de unos terrenos ya industrializados, que no dañarían zonas medioambientales –como Tanos-Viernoles o Las Excavadas– y para lo que consiguió autorización del Gobierno de Cantabria, en 2001, para hacer una revisión anticipada del Plan General. Su idea fue apoyada por un grupo de empresarios, algunos de los más importantes de la comarca, como Solvay, Armando Álvarez o el Banco Santander, así como por industriales de la ciudad. Los cambios y los desintereses políticos frustraron esta iniciativa que hubiese permitido no hablar hoy de despojos sino de pura carne industrial. En 2015, la Confederación Hidrográfica, el mal amigo que siempre tuvo Sniace, sentenció que estos terrenos estaban descartados por su inundabilidad.
A ver, ¡que más se inundaba Valencia y ahora el Turia es peatonal! Que estamos en el siglo XXI. Estos terrenos ya están industrializados, junto a un río descontaminado, cerca de los nudos de comunicación… ¿Que falta un buen acceso? Ni que fueran a reproducir el Valle del Nilo. López Marcano, ahora como consejero de Industria, tiene una oportunidad que ni pintiparada para asumir el riesgo de crear futuro para esta ciudad, y como ya es imposible cambiar el pasado, comenzar a hablar de mañana.
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Ana del Castillo
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