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A la nueva delegada del Gobierno en Cantabria, Ainoa Quiñones, le ha costado muy poco aterrizar en el cargo. Tres semanas después de ... su nombramiento ya se ha hecho presente en los principales escenarios que dibujan la convulsa actualidad política regional. Discute con el PP en el Ayuntamiento de Santander, apacigua los temores de Revilla sobre el compromiso del Gobierno central con las reivindicaciones de Cantabria, media en el conflicto sobre la seguridad del Puerto y en el oscuro futuro de Sniace, y a veces opera en una longitud de onda distinta a la de su partido, el PSOE de Pablo Zuloaga, inquieto y molesto por el protagonismo y la energía que despliega la nueva representante de Pedro Sánchez, Ainoa 'on fire'.
Quiñones ha confrontado en estos días con el PP de la alcaldesa santanderina Gema Igual más que durante su paso fugaz por el Ayuntamiento como número dos del líder socialista en Santander, Pedro Casares. Ahora, sin embargo, encadena las controversias suscitadas en torno a los espigones de La Magdalena, el estado de las playas o la seguridad de las zonas de ocio nocturno en la capital.
Ainoa Quiñones sigue la senda inaugurada por Pablo Zuloaga, en junio de 2018, cuando puso fin a la tradición no escrita de que el cargo de delegado del Gobierno era un premio reservado a los políticos amortizados. Zuloaga fue a la vez delegado, secretario general del PSOE y candidato in pectore a la Presidencia del Gobierno de Cantabria. Todo un alarde de poderío para ganar más visibilidad política de la que tenía. Pero al llegar la campaña dejó en herencia un delegado al viejo estilo, Eduardo Echevarría, con toda la pompa que da el puesto, pero sin afán de hacer sombra al líder del partido. Ahora, tras el nuevo relevo, queda bien claro que los planes de Quiñones no pasan por permanecer en la oscuridad sino por progresar en su carrera política y hacerse ver y oír como representante del Gobierno Sánchez en Cantabria, nombrada en Madrid contra la opinión y el sentir de la cúpula del PSOE regional.
Desde luego, la nueva delegada no pasa desapercibida. El PP, sobre todo en Santander, ya la ha identificado como una rival política del presente y tal vez en los carteles electorales del futuro. El PRC admite, en broma o en serio, que tiene dudas sobre con quien ha de tratar, con Zuloaga o con Quiñones, sobre los intereses de Cantabria en Madrid, la deuda de Valdecilla o las infraestructuras. Y en el PSOE observan los primeros pasos de la delegada con inquietud y desconfianza. Sobre todo cuando las posiciones no coinciden o son francamente contradictorias.
Por ejemplo, en torno a la seguridad del puerto de Santander. Del apoyo del partido al exdelegado del Gobierno, Eduardo Echevarría, en su disputa con la Autoridad Portuaria, y de negar que la falta de seguridad sea la causa de la pérdida del ferri con Irlanda, se ha pasado al acuerdo de su sucesora para levantar un recinto blindado y reforzar la vigilancia. Con ese 'papelón' tuvieron que lidiar los socialistas en el último pleno del Parlamento.
Tampoco en la crisis de Sniace las sensibilidades son las mismas. Quiñones se adhiere al planteamiento de la Consejería de Industria regionalista en la búsqueda sosegada de soluciones a partir de la unidad de acción entre las Administraciones, mientras que en el PSOE preferirían añadir un poco de presión en la calle como un factor importante para la defensa del futuro de la compañía. Y eso siempre supone una preocupación para quien es la responsable de las Fuerzas de Seguridad del Estado en la región.
En el PSOE ni siquiera se molestan en negar la distancia y la falta de sintonía con la nueva delegada, porque son demasiado visibles. Las turbulencias dañan al partido y a su líder, Pablo Zuloaga, ya tocado por el órdago fallido al PRC de Revilla, cuando debiera ser el indiscutible interlocutor y paladín del Gobierno Sánchez en Cantabria. Definitivamente, el PSOE no digiere bien la promoción de Quiñones, pero no es fácil oponerse a las decisiones de Pedro Sánchez y su entorno.
Los críticos del PSOE, mientras tanto, se han sentado a contemplaar el espectáculo de la brecha abierta en lo que hasta hace poco tiempo era un oficialismo muy cohesionado. Habrá que ver si el desencuentro de Pablo Zuloaga y su equipo dirigente con Ainoa Quiñones y su mentor, Pedro Casares, portavoz económico del PSOE en el Congreso, con sus apoyos en la agrupación socialista santanderina, terminará marcando las primarias y el congreso del partido en Cantabria, cuando se convoquen, quizá en el segundo semestre de 2021.
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