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Uno de los temas que más preocupación está produciendo en nuestra ciudad es el descenso demográfico. El último padrón parece que ha sido esperanzador pero en cantidades mínimas ... . Decenas arriba o abajo, lo cierto es que Torrelavega está en riesgo de perder los servicios y los consiguientes ingresos procedentes del Estado que corresponden a un número de habitantes concretos. Lejos quedan los tiempos en que era cabecera de una comarca que atraía por la oferta laboral de las distintas empresas que se instalaron en las orillas del Besaya y que provenían no sólo de núcleos rurales próximos sino también del norte de las provincias castellanas.
La creación de los barrios de la Inmobiliaria, Covadonga y Nueva Ciudad respondían a la demanda de vivienda de los nuevos empleados en Solvay, Sniace, RCA y General, más las empresas auxiliares vinculadas a ellas. No cabe duda que una de las muchas interpretaciones de la caída poblacional está relacionada con la crisis económica en la que transitamos desde hace unos años. Por un lado, los cierres empresariales y los eres, con la deriva de los pequeños empresarios y autónomos como proveedores y sub contratas correspondientes. Añádase a ello, bajo esa nube gris, la falta de inversión de los propios empresarios ante el panorama pesimista, la escasa o nula oferta de empleo público y el mínimo porcentaje de reposición tanto en la empresa privada como entre los funcionarios. Es decir, escasa oferta de empleo.
Por otro lado, el precio de la vivienda y de los alquileres. En el centro de la ciudad los precios son prohibitivos para la mayoría de las parejas jóvenes o los que se quieren emancipar. Encuentran mejores condiciones en pueblos próximos. La conurbación de Santander (Camargo, Astillero y Muriedas) es otro ejemplo. Y una consecuencia de los nuevos modos de vida: La decisión de aquellos ciudadanos que hace un par de décadas se trasladaron a vivir a entornos naturales o costeros en viviendas unifamiliares o urbanizaciones de diverso tipo en relación a su disponibilidad económica, no pertenecientes al Ayuntamiento de Torrelavega. Fenómeno sociológico vinculado al auge del ladrillo y que ha repercutido en la pérdida de una vida social más intensa en la ciudad (comercio y ocio), sobre todo, al acabar la jornada laboral.
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Ana del Castillo
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