Descansen en paz

La despedida está preparada y eso se nota ahí fuera. Anochece y las calles están llenas de angustia, de desconsuelo, de pena. Todos arrepentidos por no haber tenido las agallas suficientes para evitar este dramático final cuando sabíamos que podía pasar. Sin embargo, miramos para otro lado como si no fuera con nosotros y ahora lloramos porque el adiós es inevitable. Ya no están entre nosotros, así que hay que despedirlos como se merece. El legado que dejan es inmenso. Nos han acompañado en el día a día y nos lo han puesto mucho más fácil. Sí, les debemos mucho y no hemos sido conscientes de ello hasta ahora que nos dejan. Ha sido toda una vida compartiendo emociones. ¿Qué será de nosotros?

Llegó la hora. El cortejo fúnebre está preparado. Ya no queda nada para la partida. En breve, enterraremos a la sardina, al besugo, al cachón, a la chirla... pero también a la industria; al campo y las zonas rurales, al sector lácteo, a la pesca herida por las cuotas, a la sanidad pública de las largas listas de espera, a la educación que muta según las siglas políticas, a las grandes infraestructuras sin AVE, ni trenes rápidos, a la cultura sin las dotaciones prometidas... Descansen en paz.