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E s lo que tienen aquellos que ven amenazado su bienestar, su salud o su sustento, los que se deslizan en caída libre hacia un negro futuro, que tienden a actuar a la desesperada para intentar sobrevivir. Así que no es tan extraño que Ciudadanos, ... con Inés Arrimadas al frente, busque el milagro con golpes de mano de alto riesgo como el bochornoso fiasco de Murcia.
La crisis tiene su cariz tragicómico. Mientras en el inocente y despistado PP pensaban en la absorción a medio plazo de Ciudadanos, Arrimadas y su círculo preparaban la emboscada con el PSOE, con el partido del que tantas veces ha renegado por sus alianzas con Unidas Podemos y con el independentismo catalán y vasco. En los pecados de la traición y la chapuza, arrastra Arrimadas la penitencia de un fracaso humillante por los tres diputados murcianos que se le han descolgado de la moción con la que tampoco estaban de acuerdo muchos dirigentes y simpatizantes del partido.
Entre los populares de Cantabria no ha faltado quien advertía una cierta justicia poética en la maniobra de Ciudadanos: a Teodoro García Egea, el estratega de los cambios de liderazgo en los territorios, entre ellos el de la presidenta cántabra María José Sáenz de Buruaga, casi le roban la cartera en su tierra murciana, aunque finalmente el secretario general se ha ganado el sueldo en el apaño in extremis con el trío de diputados díscolos con las instrucciones de Arrimadas.
Para entonces, la resuelta Isabel Díaz Ayuso ya había convencido a Casado para disolver la Asamblea de Madrid y convocar elecciones sobre la bocina y así neutralizar otra hipotética maniobra de Cs, mientras la oposición le presentaba casi simultáneamente dos mociones de censura. Tras la ruptura con Cs en algunos territorios, Casado y el PP tendrán que reconsiderar su distanciamiento con Vox porque le van a necesitar como aliado en el futuro. Ciudadanos y Arrimadas despiden un olor a cadáver cada vez más intenso.
Ciudadanos Cantabria se encuentra en la misma situación límite que enfrenta el partido en toda España. Los pronósticos de la clase política coinciden con un reciente sondeo que augura su desaparición del Parlamento, donde tiene ahora tres diputados, por no alcanzar el umbral del 5% obligado para tener representación en la Cámara.
Félix Álvarez, líder de Cs, pide calma, llama a consultas a sus concejales, gana tiempo a la espera de acontecimientos. Álvarez, justo es reconocerlo, siempre se ha mostrado como un respetuoso defensor de los pactos municipales suscritos por su partido en el comienzo de la legislatura con unas u otras fuerzas. Hasta ahora.
La clave es Santander, claro, la gran fortaleza del PP cántabro, apuntalada por los dos concejales de Cs, mediante un pacto que ha soportado constantes turbulencias. Tras las elecciones de 2019, Cs estuvo a punto de consagrar un cambio político histórico en la capital mediante un acuerdo de los partidos de la oposición que haría alcalde al socialista Pedro Casares. La operación no fraguó por las instrucciones de Madrid de gobernar con el PP.
El portavoz de Ciudadanos, Javier Ceruti, siempre insatisfecho con el grado de cumplimiento del pacto con los populares, decía entonces y dice ahora que él no tiene poder de decisión sobre el rumbo de su partido en Santander, que las órdenes vienen de arriba. La alcaldesa, Gema Igual, intenta templar gaitas y disipar tensiones, y afirma que no se siente amenazada porque el acuerdo de gobierno funciona razonablemente bien y porque la estabilidad política debe ser un factor esencial en estos tiempos de crisis pandémica. Pero habría ver qué haría Igual si pudiese disolver la Corporación y convocar a las urnas como Díaz Ayuso ante la posibilidad de que Cs quisiera morir matando al PP si se presenta la ocasión. Las cuentas para el asalto siguen saliendo, pero las dudas anidan en todos los partidos implicados.
Como donde las dan las toman, Cs corre el riesgo de perder uno de sus bienes institucionales más preciados, la alcaldía de El Astillero que ocupa Javier Fernández Soberón. Una suerte de anticipo de las desgracias que aguardan al partido. Hace ya mucho tiempo que PSOE, PRC e IU han hecho los números para el asalto. El peligro es, de nuevo, el del animal acorralado: Cs todavía puede hacer daño a sus aliados socialistas en las corporaciones de Castro Urdiales, San Vicente de la Barquera o Marina de Cudeyo.
Ahora las mociones de censura dependen casi únicamente de las matemáticas, sus promotores apenas reparan en si hay motivos suficientes para acometer medidas tan drásticas, si hay un clamor ciudadano que justifique la operación, máxime en plena batalla contra la pandemia. En Murcia, en Madrid, en El Astillero… Pero la pulsión por hacerse con el poder no elimina los riesgos del castigo en las urnas si la ciudadanía no constata avances en la gestión y convierte en mártir a la víctima del desalojo. Fernández Soberón no tiene mucho futuro como abanderado del declinante Cs en el municipio astillerense, pero hay otros caminos para quien fue líder de las Nuevas Generaciones del PP y un discípulo muy querido de Ignacio Diego. El regreso a casa no es fácil, pero tampoco imposible.
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Miguel Ángel Alfonso
Miguel Ángel Alfonso
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