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«Hay desgaste, pero no hundimiento, y también margen para la remontada». El Partido Popular de Cantabria exhibe presencia de ánimo, a seis meses ... de las elecciones y todavía sin candidatos. Los partidos del centro y la derecha no han querido ponerse con los carteles electorales del 26-M hasta despachar los comicios andaluces, que este domingo arrojarán alguna luz sobre el futuro: si el PSOE avanzará o no con Pedro Sánchez en La Moncloa, si el PP resistirá al empuje de Ciudadanos, hasta dónde podrá llegar la marea de Vox o cuál será la deriva de Podemos.
La cúpula del PP espera que su presidenta, María José Sáenz de Buruaga, sea confirmada por Pablo Casado como candidata autonómica para el 26-M en el goteo de nombramientos de las próximas semanas en comunidades y capitales. Lastrado por un largo conflicto interno y por la zozobra general de un partido que ha perdido el poder y el liderazgo que tenía en los buenos tiempos de Mariano Rajoy, el PP cántabro recibe con alivio el sondeo que le envían desde Génova.
No es para tirar cohetes, desde luego, porque los 13 escaños que tiene actualmente en el Parlamento se quedarían en mayo en 10-11, con el 29,1% de los votos. El consuelo para el PP es que sigue primero en el escalafón y no hay vuelco político porque el PRC también baja, de 12 a 10 (26,5%).
En el PP cruzan los dedos para que su encuesta tenga confirmación en las urnas, porque el pronóstico llega a contramano de la impresión general que concede a Miguel Ángel Revilla el triunfo electoral. Las expectativas del regionalismo son que con acercarse a los casi 100.000 votos de los tres últimos comicios ganarían esta vez claramente con no menos de 13 diputados en la Cámara, uno más de los que mantiene desde 2007.
La encuesta de Sigma 2 para el PP, 1.200 entrevistas, atribuye retrocesos idénticos a PP y PRC, un 3,5% menos que en 2015, mientras que los crecimientos corresponden al PSOE, de 5 diputados actuales a 6-7 (17% de los votos, sube un 3%), y a Ciudadanos, de 2 a 5 (14,1%, un 7,2% más). Podemos (9,3%) mantendría sus tres escaños si va en alianza con IU (en 2015 concurrieron por separado).
Ahora bien, el sondeo se realizó en la segunda quincena de septiembre, antes de que Podemos saltase por los aires en su crisis interna –de hecho los 'trackings' posteriores del sondeo le descuentan un escaño– y de que Vox se presentase con éxito también en Santander, por no hablar de los continuos escándalos que han seguido sacudiendo la política nacional desde entonces.
Con tales cifras, solo habría un pacto bipartito que superaría la mayoría parlamentaria de 18 escaños, precisamente el de PP y PRC. Igual que sucede actualmente, la coalición gobernante PRC-PSOE necesitaría un tercer aliado, Ciudadanos o Podemos, para llegar a la mayoría.
La encuesta del PP también augura su victoria en Santander con 10-11 concejales (35%, un 5,2% menos), frente a los 13 actuales. En la capital sube el PSOE, de 5 ediles a 6-7 (22,3%, sube un 4,7%), y Ciudadanos, de 2 a 4 (13,1%, un 4,8% más), mientras que el PRC (12,1%, un 3,3% menos) baja de 4 a 3, y Unidos Podemos sumaría otros tres (11,8 %). Con estos números, Ciudadanos volvería a tener la llave de la gobernabilidad, más claramente con el PP que con PSOE y PRC
El PP, preocupado por el importante desgaste en Santander, su gran bastión y donde se disputa un tercio de los votos autonómicos, aguarda desde el final del verano la decisión de la alcaldesa, Gema Igual, sobre su futuro político. 'Si no va a seguir, se supone que ya nos lo habría dicho para que buscáramos un candidato alternativo', especulan en la dirección del partido. En efecto, el día a día de la regidora no transmite la impresión de estar de salida en la política. Es más bien al contrario y además tiene el respaldo de la planta noble de Génova.
A la espera de acontecimientos, los populares observan también los movimientos de sus adversarios en el centro y la derecha. Para empezar, los de Ciudadanos, que tampoco tiene resueltos sus carteles electorales, a la espera de que Albert Rivera tome una decisión sobre el destino político de Félix Álvarez, en Madrid o en Cantabria.
Vox es la otra gran incógnita. Ya en 2015, el PP admitía la posibilidad de perder una porción respetable de votos con ese destino, pero entonces sus temores resultaron injustificados porque el partido que lidera Santiago Abascal apenas superó los 1.100 votos. Hoy la amenaza va en serio. Mucho más que los dimes y diretes sobre la posibilidad de que Juan Hormaechea vuelva del retiro al mando de la vieja UPCA. No niega el PP que Hormaechea sería capaz de hacerse con unos pocos miles de votos, pero prefiere pensar que, llegado el caso, el más perjudicado sería el PRC de Revilla. Que no falte el optimismo.
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