Desinfección a juicio

Los antisépticos y desinfectantes químicos tienen que ajustarse a unos requerimientos mínimos, determinados por la normativa nacional, en este caso por la norma UNE-EN 14476. La lista de los productos virucidas que han demostrado su validez en ensayos científicos y que, por tanto, autoriza a usar el Ministerio de Sanidad es pública y se puede consultar en su página web; están incluidos, por supuesto, la lejía, el alcohol y el agua oxigenada, entre otros.

En la lista determina cuáles de esos productos pueden ser utilizados por el público en general y cuáles deben ser manejados por personal especializado. El problema aparece cuando se populariza un producto que no se recoge en el listado del Ministerio, y a pesar de ello su uso se va generalizando aunque surgen por todas partes voces de alerta. El caso paradigmático es el del ozono, un producto que, a pesar de no estar en la lista, se está utilizando para desinfectar coches de policía, ambulancias o transportes públicos. Que es un desinfectante efectivo no está en duda, ya que se utiliza para potabilizar el agua desde hace décadas; y su uso como desinfectante está permitido, aunque todavía bajo evaluación, en la Unión Europea. Lo cierto es que debe ser aplicado por especialistas, ya que es un producto potencialmente peligroso para la salud, y de hecho es uno de los parámetros que se utilizan para evaluar la contaminación del aire.

Es muy fácil enredarse en la maraña que se forma entre la legislación, que posiblemente no recoge todas las opciones realmente válidas, y los intereses comerciales de empresas que ven amenazado su negocio. Para el público en general, lo más seguro es atenerse al listado del Ministerio, son productos de eficiencia probada y le va a indicar si deben ser aplicados por personal especializado o no. Y confiar en que las desinfecciones llevadas a cabo por personal especializado serán efectivas.