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Escuchando a Pedro Menéndez en la presentación del ya debutado Riki, reconociendo que algunos fichajes no habían respondido como se esperaban, me producía cierto afecto ... con la ternura que reconocía el error cometido en la mayoría de incorporaciones. Enseguida con la conformidad ya adelantada por el presidente del consejo de administración en días anteriores el director deportivo se vino arriba y adelantó que solo faltaba la confirmación de algunos nuevos jugadores para engrosar en esta segunda ola las filas racinguistas. Había comenzado la operación: 'enmendar los errores'. Así han ido llegando Capanni, Álvaro Traver e Isma López y el ya mencionado Riki. Esperando que la ilusión con la que son recibidos no se vaya transformando en desanimo a las primeras de cambio y es que no estamos vacunados contra tanto desacierto. Otro paso que se había dado para enderezar el rumbo era volver atrás en el tiempo y volver a cerrar la puerta a los entrenos, a los medios de comunicación como pócima disuasoria a los malos resultados. Si Aritz estima que esta medida ayuda a ganar partidos -que es de lo que va esto- porque si no se gana, no hay evolución que valga, ni proyecto que se sostenga que vuelva a la burbuja anterior, aunque contradigan a lo expuesto sobre este tema a principio de temporada por el presidente del consejo. Estoy plenamente convencido de que los informadores deportivos se buscarán la vida para tener informados con distintos pensamientos a los que nos gusta saber el día a día de nuestro equipo.
La triste realidad era que volvíamos a jugar un partido vital para el sostenimiento del proyecto, en Ibaia y ante el filial del Alavés, llamado: Miniglorias. ¡Qué cosas nos pasan! El partido comenzó como una película de terror asustándonos en cada paso que dábamos en los primeros 35 minutos. Pero llegaron diez minutos llenos de efectividad, donde dos asistencias de Ceballos -¡cómo está el tío!- que Jon Ander y Bustos se encargaron de completar y el portero rival de colaborar. Pero allá cada uno con sus neuras. Y en la fiesta desembocada que estaba el Racing se sumó Soko con un remate de cabeza que lo celebró como aquel que alcanza la gloria. Por fin el equipo había sido superior al rival y el caminar de los jugadores racinguistas hacia el vestuario les acompañaba unas sensaciones que les decía que este partido no se podía perder. Lo que vino después era control y otro gol de ajustado disparo de Riki que redondeaba la victoria. Pero que el humo no ciegue los ojos, recibimos dos goles donde los contrarios se plantaron contra Lucas como en otras dos ocasiones que no acertaron fue una prueba de endeblez defensiva, que esta vez fue paliada por unos minutos de una efectividad que por primera vez nos complació a la parroquia racinguista.
Ahora si el maldito covid no lo impide y este engorroso campeonato es capaz de seguir con un mínimo de normalidad y los nuevos suman... Y desoyendo al santo en eso de: 'En tiempos de desolación no hacer mudanza'. Cambia algo este deambular triste por esta fase clasificatoria. Veremos.
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