Secciones
Servicios
Destacamos
Cantabria estaba dormida profundamente cuando ha sonado el despertador ruso, básicamente una serie de cañonazos a todas horas. Creíamos estar ya abandonando las angosturas sanitarias y económicas del coronavirus y no hacíamos mayor caso a los problemas contingentes que en forma de fiebre inflacionaria nos ... venían avisando desde el verano pasado. De pronto se ha complicado todo: defensa y seguridad, relaciones exteriores, precios alimentarios, energía, combustibles, coste de emitir deuda para financiar al Estado y sus niveles central, autonómico, provincial y municipal. El sueño de lo políticamente correcto se ha desvanecido, y la región tiene que afrontar con los ojos abiertos los problemas. Lo que se ha hecho en Laredo con los anestesistas o con la huelga del metal muestra, sobre todo, falta de estructuración de la gestión. Hay que ir centrándose en decisiones de gran calado.
Primero, energía y combustibles. Es preciso acelerar el final del gas, el carbón y todo lo que en general viene de Rusia y Ucrania, país este que, si no desparece, poco le va a faltar, porque nuestro apoyo a medias no hace sino prolongar su sufrimiento, sin resolverle el problema, y nuestro apoyo al cien por cien requeriría por nuestra parte comprender que nunca habrá paz en Europa con una Rusia imperialista, pero para eso tendríamos que haber sacado mejor nota en Historia Contemporánea.
Desde febrero, la web académica en la que subo mis presentaciones y ensayos ha registrado una aceleración de lecturas del ensayo que escribí para una conferencia de historiadores en Finlandia en 2017. Se titulaba 'La resiliencia de los imperios' y explica cómo la ambivalencia de la geografía europea induce oscilaciones, desde hace prácticamente dos milenios, entre agrupaciones imperiales de territorios y fragmentaciones en unidades políticas menores. Debo decir que la mayoría de los oyentes que estuvieron en aquella presentación eran precisamente rusos, y no les pareció raro lo que escucharon. Ya en aquella averiguación dibujé unos gráficos que mostraban claramente el fuerte aumento del gasto militar de Rusia respecto de su PIB, mientras el estadounidense estaba cayendo con Obama y los países occidentales lo mantenían discretísimo. Los designios agresivos de Moscú eran geométricamente patentes.
Nuestra palabra clave es «aceleración», ahora que estamos despiertos. Pero ¿lo estamos? Hay que dedicar a defensa inmediatamente el 2% del PIB (en Cantabria nos tocaría a unos 300 millones de euros cada año). Los alemanes ya lo están introduciendo en la Constitución. Hay que liberarse lo más rápidamente posible de la dependencia estratégica de Rusia y otros países asiáticos en una serie de sectores: energético, industrial, agroalimentario. Ello significa, por ejemplo, acelerar la transición energética: ya está bien de oír hablar de la ampliación de Aguayo, hay que hacerla y no más anuncios inverosímiles. Desde luego, acelerar el plan eólico, que lamentablemente cumple la enésima legislatura in albis y parece como lo de los derribos de la AMA, el cuento de nunca acabar. Hay que insistir mucho más en las instalaciones solares tanto fotovoltaicas como térmicas. Y en un transporte público decente que quite miles de viajes de coches en nuestras carreteras. Asimismo, es inaceptable un rechazo dogmático de lo nuclear (como bien ha dicho Norman Foster hace días). Y también la lentitud en aprovechar las energías marinas. Nos está creciendo mucho la barba con esos programas, mientras que los cántabros antiguos no tenían ningún problema para utilizar molinos de marea. Hay que invertir mucho más dinero en esa I+D, porque es crucial. Pero hacemos Leyes de la Ciencia a ocho meses de las elecciones que vienen, y no ocho meses después de las elecciones que fueron. Es la secuencia equivocada.
El campo tiene que ser productivo al centímetro, para que nuestros estómagos no dependan de dictadores lejanos. Se llama «seguridad alimentaria» y debe ser un pilar de la estrategia de región y de nación. La industria debe ser protegida, y singularmente la estratégica química, metalúrgica, farmacéutico-sanitaria y de medios de transporte (naval, aeronáutica, ferroviaria), también la armamentística y electrónica. En cuanto al empleo de recursos, la burocratización y las ineficiencias en el sector público ya no son de recibo, precisamente porque esa financiación de despilfarros se necesita urgentemente para energía, seguridad, alimentación, investigación científica y tecnológica, apoyo industrial. El timbrazo del despertador ruso no se va a apagar solo. Hay que remangarse, y en el nivel autonómico queda mucha tarea por emprender. Abandonemos esta cultura acomodaticia de dejar todo para la legislatura siguiente o la otra. Cantabria ha de acelerar, y ser dentro de España un ejemplo de vanguardia de la nueva mentalidad que requieren unos tiempos harto peligrosos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.