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Leer la prensa cántabra en los últimos meses se ha convertido en una actividad de riesgo: no hay día que no nos levantemos con una noticia pésima para la economía regional. A finales de 2019 fueron las grandes empresas de Cantabria que, previendo la abolición ... de la reforma laboral por parte del nuevo gobierno nacional y el aumento del precio de la energía, anunciaron ERE y ERTE. Enero nos trajo el mayor mazazo macroeconómico posible en forma de los peores datos de paro: Cantabria es la Comunidad Autónoma donde más subió en 2019 (19%), mientras que en el conjunto de España, el desempleo disminuyó en un 3,4%, datos incontestables y que reflejan la situación actual del mercado laboral en Cantabria. 2020 nos trae un empeoramiento de los datos, ya que hace unas fechas conocíamos que los mismos no sólo no mejoraban en el mes de enero, si no que se acrecentaban, y Cantabria volvía a encabezar la subida nacional con un aumento del 5,7%. Sorprende ver la actitud de los sindicatos de nuestra región.
Por si todo lo anterior fuera poco, hace escasas fechas se materializaba el fracaso del proyecto de la mina de Reocín, dejando una sensación en la sociedad de tomadura de pelo, ya que lo que se preveía como un balón de oxígeno y un aumento de volumen de trabajo en el Puerto de Santander sin precedentes, se quedó en nada. A la ya delicada posición en la que se encuentra el Puerto de Santander, se le une la espantada de Brittany Ferries, llevándose la línea con Irlanda a Bilbao (siempre Bilbao), aludiendo problemas de seguridad en el Puerto de Santander. Y no nos podemos olvidar de Vadecilla. Aquel acuerdo alcanzado por el cual el Estado debe abonar el importe adelantado por Cantabria para acabar nuestro Hospital de Valdecilla (unos 121 millones de euros) parece ser discutido ahora por el gobierno «progresista». De hecho, la Audiencia Nacional, ha dado la razón a Cantabria y el Estado ha de abonar 22 millones de euros, cantidad que aparecía consignada en los Presupuestos Generales del Estado, y que se correspondía con la anualidad de las obras relativa al año 2016.
En cuanto al modelo de financiación autonómica, Cantabria pasará a ser la comunidad que más dinero recibe en relación con el que aporta a la caja del Estado, a ser una de las grandes damnificadas. Algunos venden como un éxito el nuevo modelo ¿Y el período medio de pago a proveedores? La Administración de Cantabria paga a más de 90 días cuando por ley no puede superar los 30 días. Ser empresario o autónomo en Cantabria es heroico y levantar la persiana de un negocio en nuestra comunidad un esfuerzo titánico. Mi más sincera admiración a todos ellos. ¿Y qué me dicen de las indemnizaciones por las inundaciones del invierno pasado? 365 días después no han llegado a los damnificados.
Los cántabros no nos merecemos ser tratados como ciudadanos de segunda, ni ser continuamente ninguneados por el actual gobierno estatal con la inacción y el silencio cómplice de parte del Gobierno regional. Basta ya de ser olvidados sistemáticamente a la hora de adjudicar grandes obras públicas e infraestructuras ferroviarias. Basta ya de tener que ver como la gente tiene que hacer las maletas e irse para nunca poder volver, porque Cantabria no les brinda un proyecto profesional. Y basta de zancadillas y palos en las ruedas. Es hora de exigir a nuestros dirigentes altura de miras y responsabilidad.
Los cántabros nos merecemos una clase política valiente, que pelee y luche por lo mejor para todos nosotros, y no una clase política sumisa y plegada a los intereses partidarios que le dictan en Madrid. Una clase política que, a la mínima, propone cambiar el derecho de cobro que todos los cántabros (que no se nos olvide que es dinero de todos nosotros) tenemos en relación con el IVA de 2017, la no desdeñable cifra de 42 millones de euros, por el derecho a solicitar un crédito al Estado a tipo 0%. O lo que es lo mismo, permutar un derecho de cobro por más deuda que dejar a las generaciones venideras. Tal es la desfachatez que la propia senadora cántabra del PSOE ha votado no a que Cantabria perciba los 42 millones que le corresponden del IVA de 2017.
¿Es esta la Cantabria que queremos para los que vienen; una Cantabria con una deuda astronómica, sin futuro y sin presente? Por eso hago desde esta tribuna un llamamiento público a la sociedad cántabra. O despertamos del letargo, exigimos y reivindicamos a la clase política lo que por justicia nos corresponde, o el futuro económico y social de Cantabria y su superviviencia queda seriamente en entredicho. Porque eso es lo que nos estamos jugando, señoras y señores, la supervivencia de Cantabria y el futuro de las generaciones que vienen. Cantabria no es moneda de cambio en el panorama nacional, ni sirve para pagar prebendas, favores y apoyos a vascos y catalanes. El letargo en que la sociedad cántabra parece sumida dura ya demasiado tiempo, quizá más del que nos podamos permitir.
Despierta Cantabria. Álzate y lucha por tu futuro.
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