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Antes de que Trump se tomase a broma el cambio climático, nuestro ínclito Rajoy ya hizo lo propio influido por un primo suyo, consumado negacionista, ... en una pionera apoteosis del fenómeno cuñado. Tuvo el mismo acierto con aquellos hilillos de plastilina del 'Prestige', o con el rebelde soufflé catalán que no se desinfló.
La evidencia es la más decisiva demostración, predicó Cicerón. Ahora se desvela que los veranos ya duran cinco semanas más por culpa del calentamiento. Más largos y más calurosos, le están robando tiempo a la primavera.
No es ninguna sorpresa, pero posiblemente lo que querían nuestros dirigentes era no tener que abrir los ojos. La prioridad siempre ha sido la economía, utilizada incluso contra las personas y el planeta. Ahora un movimiento de jóvenes exige medidas medioambientales radicales –a estas alturas ya no basta más templanza– a nuestros gobiernos. Veremos a ver si reaccionan.
En Cantabria, siguiendo el imperativo categórico de rentabilidad turística –un visitante más lo justifica todo– habrá quien vea en esta calamidad una oportunidad para reactivar nuestra economía. Una prolongada temporada turística –sin chubascos– que enlace Semana Santa con la Constitución, que prolongue los contratos de camarero. Que nos convierta en nuestro mayor anhelo: un Benidorm del norte.
Advierte Tolstoi que hay quien cruza el bosque y solo ve leña para el fuego. Aquí estamos acostumbrados a militar en esa derrota. Qué importa el impacto en la bahía de un muro de piedras con tal de multiplicar la arena para multiplicar turistas. Se decide en función de la utilidad, no del respeto al medio ambiente o a las personas. Diques en el mar, tapias para aislar vertederos, vallas contra polizones e inmigrantes. Trampantojos que ciegan lo que hay detrás para preservar nuestro supuesto confort.
Ahora que la evidencia científica nos ha quitado la venda, de nosotros depende mirar más allá del minúsculo perímetro de arena que pisan nuestros pies.
Ya sabemos quién nos ha robado el mes de abril. Neruda nos prometió que nunca se detendría la primavera. No le defraudemos nosotros cortando tantas flores.
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