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Cantabria no está interesada en reactivar la educación. Mejor expresado, los políticos del Parlamento de Cantabria y, especialmente los grupos parlamentarios que gobiernan, se han olvidado de la oportunidad que los fondos europeos dentro de lo que ellos han llamado 'Plan Cantabria Reactiva' presentaba para ... la reforma de las infraestructuras de colegios e institutos para que la comunidad educativa tuviera, las próximas décadas, edificios más eficientes en lo energético, de acústica saludable, ampliados y renovados en sus instalaciones, con espacios y mobiliario versátiles y materiales acordes a los nuevos planteamientos pedagógicos en consonancia con la superación de lo que el sociólogo de educación, Mariano Fernández Enguita, llama el «aula huevera».
Defiendo que es una oportunidad única por motivos obvios: en primer lugar, los presupuestos anuales de educación no pueden soportar elevadas cuantías para reformas o nuevas infraestructuras pues la nómina de personal docente sólo deja margen, cada año, para urgencias y soluciones que «ya tocan» después de haber esperado varios cursos en la lista de prioridades del director general de centros educativos de Cantabria.
En segundo lugar, posibilitaría mejoras que la crisis económica postcovid-19 y el endeudamiento regional y estatal no van a facilitar ni tan siquiera en lo urgente. También, haría justicia con la deuda que durante décadas han contraído con la comunidad educativa. Una deuda acumulada en la selección de los peores terrenos dentro de los planes generales urbanísticos (inundables, en polígonos industriales, sin infraestructura viaria...); dando soluciones arquitectónicas con las mismas características en Murcia y en Cantabria y, construyendo edificios pequeños, incómodos, feos y con materiales débiles y de rápida obsolescencia. Mientras, hemos ido viendo cómo la política ha proporcionado a sus representantes edificios nuevos o restaurados con materiales y mobiliario noble que, cuando son objeto de visitas de grupos escolares, éstos no se creen el discurso de «vosotros sois el futuro» del presidente de turno salvo, claro, que su futuro esté en la política. Y los profesores oyen escépticos sobre la noble labor que desarrollan cuando han pasado por las salas de reuniones teniendo presente la imagen de la sala de profesores de su colegio o los espacios para trabajar con el alumnado más vulnerable.
Concluyo. El alumnado cántabro no es más ruidoso que el alemán, ni menos cuidadoso que el suizo. Los edificios de nuestro alumnado superan el nivel de ruido, reverberación y malestar acústico por la carencia de elementos de insonorización en revestimientos, pantallas, mobiliario y cortinas. Los espacios de los centros educativos carecen de iluminación eficiente. La carencia de aislamientos térmicos en las ventanas y soluciones de ventilación suponen un ineficiente gasto en calefacción o soportar calor durante varios meses. ¿Hasta cuándo?
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