Días del libro

Es cierto que los grandes lectores viven ese día con la alegría compartida al visitar librerías o carpas bajo las que se ofrece un amplio catálogo bibliográfico, no se sienten tan perros verdes en medio de una sociedad que casi señala al lector fiel, pero realmente, para el verdadero lector, la fiesta íntima la celebra cada vez que compra un libro y se va a casa con la ilusión y ansiedad de penetrar en sus misterios, deleitarse con el placer de interpretar esos signos gráficos sobre el papel que nos adentran en otras vidas, en otros mundos sin salir del espacio doméstico de nuestras vidas.

Las celebraciones anuales, como las fiestas del pueblo, las fiestas rituales periódicas, lo que tienen es que duran muy poco. Al día siguiente ya se han olvidado. Con respecto al libro, es lo que habría que evitar recordándole todos los días. En algunos escenarios, mucho más. Pienso en el territorio familiar con padres que leen delante de sus hijos para provocar hábitos de lectura. Pienso en los centros escolares, en las bibliotecas públicas, dinamizando con actividades a lo largo del año su presencia. Y pienso en las instituciones engordando las bibliotecas municipales, de los centros juveniles y de las asociaciones de vecinos, que en Torrelavega hay muchas, con una actualización regular de sus fondos.