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Tienes dieciséis años y seguramente estarás pensando que has perdido un año. ¿Y si en realidad lo que has ganado son un montón de batallitas? Esas mismas que tú estás acostumbrado a escuchar a tus abuelos o bisabuelos, a los que habitualmente miras con ... condescendencia y con el mentón apoyado en la mano intentando que los párpados no se te cierren.
Dentro de cuatro días, el tiempo pasa raudo y veloz, aunque ahora no lo creas, emularás a tu bisabuela Concha cuando te hablaba de la cartilla de racionamiento, que nunca entendiste muy bien, al narrar a tus retoños con nostalgia, cariño y cierta vanidad que lo tuyo sí que fue sufrir, con aquellas colas infinitas para comprar una barra de pan. ¡Lejanos tiempos aquellos de la pandemia! O cómo imitando al bisabuelo Víctor, que mira que daba la tabarra con el estraperlo, aquel día con aquella furgoneta coreana os saltasteis el confinamiento y por aquellas carreteras secundarias fuisteis al pueblo a dar de comer a los gatos.
También pensarás que tus hijos son unos blandengues y que se quejan por todo. Y te lo dicen a ti, que te pasaste tres meses encerrado en casa y sin estar castigado. Rememorarás el verano que apenas saliste y que cambiaste Eurodisney por tu barrio, y al contarlo sientes cierto orgullo, incluso nostalgia. Y entonces, tal vez, comprenderás por qué tu padre siempre recuerda aquellos campamentos de parroquia en tienda de campaña.
Tienes dieciséis años, joven para muchas cosas y mayor ya para otras y te exigen responsabilidad. ¡Cuidado con lo que haces que puedes matar a tus abuelos o a tu vecina que te ha criado como una madre y es colectivo de riesgo! Te pedimos una responsabilidad de vida o muerte a tus años. Siempre te han dicho que son tus mejores años. Tus abuelos y padres de blancos y rabas con los amigotes siempre hablan de «sus tiempos». Lo hacen con mayúsculas y con cierta superioridad. Y esos tiempos suyos se corresponden con este tiempo tuyo. Con éste, tu año. Con este mismo año en el que no has tenido ni fiesta de graduación, ni verbena en el pueblo, ni te han besado como pensabas... Te has sentido invencible y derrotado, con miedo y eufórico, y todo al mismo tiempo, porque en un cerebro y un corazón de dieciséis años los pensamientos y sentimientos conviven desbocados. Me atrevo a pensar que casi todos hemos tenido esos años... El venidero seguro que será tu año. Y empezarás contando que en la Nochevieja del 2021 saliste a las 12.15 con las uvas en el gaznate y regresaste a las 12.55... Eso es carpe noctem, e inaugurar el año exprimiéndolo a tope.
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