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De la anécdota se cumplen cuatro décadas y media y ha sido repetida una y mil veces, en parte porque el mismo autor de la frase, Camilo José Cela, se encargó de darla a conocer 'urbi et orbi'. Según la versión del escritor, entonces senador ... por designación real, se permitió dar una cabezada -Cela era de siesta diaria y orinal junto a la cama- en el transcurso de una sesión del Senado. El presidente Antonio Fontán le hizo notar que estaba dormido, a lo que Cela respondió: «Estaba durmiendo, pero no dormido». «¿Y no es lo mismo?», preguntó Fontán, catedrático de Latín. «No, no lo es. Como no es igual estar jodido que estar jodiendo», concluyó Cela ante el regocijo general. Sin embargo, tal suceso no lo recoge ningún diario de sesiones en esos términos, por lo que es posible, cual era su costumbre, que Cela lo adornara convenientemente para consolidar una bien ganada reputación.
De acuerdo con el catedrático Guillermo Fatás no debe descartarse que Cela, quien llamaba senatrices a las senadoras y se declaraba ausente cuando no votaba ni a favor ni en contra ni se abstenía, hubiera leído al político y jurista de finales del siglo XIX Antonio Ríos Rosas, protagonista de una situación similar, aunque mejor documentada. Ríos Rosas fue despertado en su escaño por un compañero de partido: «Perdone, don Antonio, es que estaba usted dormido». El resto de la anécdota es exacta a la contada por Cela, solo que Ríos Rosas, quien tiene una calle en Madrid en la que vivió don Camilo, fue más comedido en la aclaración: «No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar bebido que estar bebiendo». En todo caso, las referencias a Cela y Ríos Rosas no son sino la excusa para hablar de Antoñita, que si no leyó a uno ni supo del otro, domina igualmente el idioma.
Podría decirse de Cantabria, al depender de Madrid en cualquier asunto relevante, que no es lo mismo gobernado que gobernando. Pero en el juego de participios y gerundios, a veces cómico, caben todas las combinaciones. No es igual estar operado que estar operando, meado que meando, robado que robando, trincado que trincando, matado que matando o corrido que corriendo. Mas también hay quien, como Antoñita -llamada la Toñi, uno de los últimos y raros vestigios de los antiguos tipos populares santanderinos-, prefiere utilizar otras expresiones. Estaba sentada en un banco de la céntrica plaza de Pombo, cerca del que yo ocupaba, cuando oí que amenazaba a un individuo con meterle un palo por donde la espalda pierde su casto nombre si repetía la palabra follar. «Lo que voy a hacer es el amor», dijo Antoñita. «¿Y no es lo mismo?», preguntó el hombre. «No, imbécil, no es lo mismo».
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