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Un día sacamos pecho por avanzar hacia la contención de la segunda oleada de la pandemia en Cantabria y al día siguiente las cifras del ... paro nos propinan una terrible cura de humildad. La idea del Gobierno Revilla de mantener los indicadores económicos y de empleo mejor que la media nacional no ha tenido un buen arranque sino todo lo contrario en este otoño de incertidumbre sobre la evolución de la pandemia y la eficacia sanitaria, y sobre la acción política que deberá abordar tres hitos principales: los Presupuestos del Estado, los de Cantabria y los proyectos para los que la región reclama financiación europea. El clima de consenso político que ha imperado en los últimos meses se va a poner a prueba.
El sobresfuerzo del personal sanitario y las carencias asistenciales están pasando factura al sistema de salud, ya muy castigado por el largo combate frente al virus. El clamor ciudadano de estos días en los ambulatorios empaña el buen desempeño de la región durante la explosión del virus y también en esta segunda fase, con una incidencia inferior al conjunto de España, y con una respuesta responsable en todas las administraciones.
El Gobierno regional de coalición, por ejemplo, ha operado con criterios razonables y con cohesión –no siempre sucede– al hacer frente a los sucesivos brotes del virus o al abordar el comienzo del curso escolar en una situación tan inquietante, aunque por momentos las sensibilidades no hayan sido las mismas, entre la prioridad regionalista de reabrir la región al turismo y al ocio, y la mayor cautela socialista a la hora de levantar las restricciones, que para eso la sanidad forma parte de su parcela de gestión.
También la actitud constructiva de la oposición al sustraerse a la tentación de echar más leña al fuego de la crisis ha contribuido a tener un clima mucho más respirable que el de la política nacional, con la batalla sin cuartel del Gobierno Sánchez contra la Comunidad de Madrid, la ofensiva de Podemos y los partidos independentistas contra la monarquía constitucional y la unidad territorial o la agitación que promueve Vox desde el otro extremo.
A partir de ahora veremos si el buen entendimiento en la política cántabra se mantiene cuando urge poner en funcionamiento los recursos propios, los del Estado y los de Europa para enfrentar una crisis que ya presenta un paisaje muy preocupante y que se pondrá peor, cuando los ERTE sean ERE y cuando los autónomos cierren masivamente las persianas, según rezan los peores augurios.
El presidente Revilla acaba de advertir en el Parlamento que intentará consensuar los Presupuestos de Cantabria con la oposición, especialmente con el PP, pero que lo ve difícil. Hasta ahora no había expresado ese escepticismo, que más bien pertenecía al discurso de su aliado en el Gobierno, el PSOE de Pablo Zuloaga. Intuyen en el PRC que el PP ya no cree que Revilla pueda salir tarifando con el Gobierno Sánchez y romper con el PSOE. O sea, si hay apaño con Madrid y la coalición gubernamental en Cantabria se consolida, la oferta de estabilidad del PP pierde sentido.
También el PP de María José Sáenz de Buruaga ve complicado llegar a acuerdos. De hecho endurece su discurso cuando desafía a Revilla a aclarar si será capaz de apoyar con el voto de José María Mazón unos Presupuestos del Estado que el Gobierno quiere negociar con los independentistas catalanes y con Bildu. Bueno, todo se andará si Madrid respeta el 'papeluco' de los compromisos con Cantabria. Ahora que el Gobierno Sánchez le ha dado una patada hacia arriba al techo de gasto, igual hay algo más de dinero para la región en los Presupuestos del Estado. Revilla y el PRC, a la expectativa, y el PP de Buruaga, también.
Antes y después de los Presupuestos del Estado hay otros dos frentes por atender desde el Gobierno y desde la oposición, susceptibles de negociación y de consenso, también de fractura. Para empezar, los Presupuestos de Cantabria, con 130 millones más de inversión pública calcula el Ejecutivo regional, merced a la alegría financiera del Gobierno Sánchez.
Por otro lado están los proyectos para los que Cantabria reclamará financiación europea. Más allá de enunciar una y otra vez el centro logístico de La Pasiega, que es el estandarte del PRC de Revilla, y el Mupac que abandera el socialista Zuloaga, poco se sabe de lo que preparan los laboratorios del Gobierno para abordar eso tan manoseado del cambio de modelo productivo para hacer frente a la crisis, al que todo el mundo alude y nadie concreta. Los más escépticos dejan caer que la nebulosa tardanza en convertir la tormenta de ideas en proyectos tangibles sugiere que lo que falta de verdad es un modelo de región. A veces esa reflexión también se escucha en voz baja dentro de la coalición gobernante.
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