Secciones
Servicios
Destacamos
En la historia de la reciente democracia española los gobiernos en coalición son una novedad relativa. El bipartidismo propició gobiernos monocolores para España y también ... en una gran parte de las regiones. Las coaliciones aparecieron en los niveles municipales y, aun así, tímidamente. Los gobiernos de un solo partido permitían que, tanto para el votante como para los propios partidos, la valoración del desempeño de los gestores estuviera clara.
Con la fragmentación del voto surgieron nuevos partidos que dejaron fuera del alcance de muchas formaciones la mayoría absoluta y que obligaban a la formación de ejecutivos compuestos por al menos dos partidos. Esa nueva situación ha generado desde modelos que funcionan de forma adecuada hasta otros que presentan síntomas de que no han entendido lo que significa gobernar en coalición.
Un gobierno debe ser un equipo que actúa de manera coordinada, porque todos los departamentos son dependientes entre sí. Un gobierno debe adaptar su política de gastos a la de ingresos y en las prioridades reside el alma ideológica de cada partido. No es viable un gobierno que cuente con un ministro/consejero de Hacienda de corte conservador y tenga un responsable de Sanidad o Educación que desee elevar mucho el gasto para mejorar los servicios.
El equilibrio entre los distintos departamentos es fundamental, la piedra angular sobre la que se sustenta el sistema. Por esta razón el primer mandamiento para gestionar en coalición es que se pacte el programa de manera que se pueda llevar a cabo un proyecto conjunto. De esa forma todos los miembros del ejecutivo, sean de uno u otro color, son responsables del desempeño global.
Cuando existe acuerdo para desarrollar un programa y se coordinan las acciones, ese tipo de ejecutivos mixtos pueden ser excelentes, ya que el siempre deseado y nunca alcanzado centrismo se produce de forma natural con el equilibrio entre el partido más moderado y el que presenta políticas radicales.
Los problemas aparecen cuando, en lugar de acordar un programa y formar un gobierno unitario, dos partidos se alían simplemente para repartirse el poder y desde él incrementar su influencia. Son equipos de gestión que no actúan de forma coordinada sino que, por el contrario, cada cual trata de imponer sus criterios sin tener en cuenta el conjunto. En estos casos, por desgracia frecuentes, los ciudadanos padecen las disfunciones de un equipo ejecutivo que atiende más a sus intereses partidistas que a la tarea de gobernar en beneficio de las personas.
Vemos como en el gobierno de España las fricciones y contradicciones entre los dos partidos coaligados retrasan la toma de decisiones o impulsan movimientos contradictorios que se anulan entre si, lo que produce graves desequilibrios. En otras regiones sucede algo similar con la consecuente pérdida de eficiencia en la gestión y el despilfarro económico. En unos casos es preciso ampliar hasta extremos esperpénticos el número de ministros o consejeros, multiplicar la cohorte de asesores y crear nuevos organismos solamente para saciar el apetito de los partidos en invadir la gestión pública.
Mientras, se relega a los funcionarios y se entrega la gestión a una legión de asesores, asociaciones, organismos poco transparentes, etc. Una situación que no solamente sobrecarga el gasto de manera inútil, sino que frena la puesta en marcha de proyectos interesantes.
En Cantabria hemos visto algunos ejemplos: El presidente Miguel Ángel Revilla ha admitido implícitamente la existencia de dos gobiernos, cuando declaró -en varias ocasiones- que el cierre de los locales de hostelería no le competían y que esa era una decisión de «Sanidad». Una admisión de que la consejería de sanidad es un órgano independiente del gobierno regional, cuando el ejecutivo debe ser uno y mantener su coordinación. Si un ministro o consejero toma una decisión ésta afecta a todo el gabinete, máxime porque el presidente tiene poder y libertad para nombrar y destituir a ministros y consejeros. En Murcia hemos visto como un partido gobernante en coalición -Ciudadanos- ha presentado una moción de censura contra el gobierno en el que participa. Una clara señal de que al menos durante meses no había realmente un equipo gestor coordinado, sino un acuerdo de intereses carente de un programa de gobierno consensuado. No es bueno, para generar dinámicas democráticas, el fracaso de los gobiernos de coalición. Evidencia la incapacidad de muchos dirigentes para limar aristas en sus programas y aceptar propuestas alternativas. Lo que resulta inadmisible es que los gobiernos de estructura mixta deriven en un ejecutivo troceado, carente de objetivos y al servicio de los intereses de las fuerzas coaligadas, en lugar de servir a todos los españoles.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.